Las cinco mujeres que ingresaron a la casa de Margarita B. parecían confiables. Era la madrugada del 12 de septiembre. Fernando, el hijo mayor, y un amigo las conocieron en una discoteca. Luego las llevaron a su domicilio, cerca a la calle Maldonado, en el Suburbio de Guayaquil.
Una hora después, dos ambulancias encontraron inconscientes a Margarita, a su madre Ángela D., a Fernando y a Julio César.


Los exámenes médicos determinaron que todos fueron sedados con un psicofármaco que les indujo a un sueño profundo.


Margarita recuerda que pasó 15 días bajo tratamiento médico por los efectos de la droga. Fernando se dedica a reparar celulares en el patio de su casa.


Las mujeres que conocieron en la discoteca se llevaron sus herramientas, equipos por entregar; electrodomésticos y dinero.


Ese mismo día, dos hombres aparecieron también inconscientes, en el sur. Los paramédicos los hallaron semidesnudos y sin documentos. El relato de uno de ellos en la Fiscalía fue similar: se hicieron amigos de unas mujeres en un bar y compartieron tragos.


El 18 de agosto, Ronald D., de 29 años, falleció por un paro cardiorrespiratorio. El amigo de la víctima contó en la Fiscalía que acudieron a un club y compartieron bebidas con dos mujeres.
Entre enero y el 15 de octubre, la Fiscalía del Guayas receptó 220 denuncias de personas que aseguraron haber sido víctimas de la modalidad ‘dulces sueños’. Son 40 casos menos en relación con el mismo período del 2011.


Según estadísticas del Observatorio de Seguridad Ciudadana de Guayaquil, los casos de víctimas de psicofármacos en sus propias viviendas son poco frecuentes. 11 casos denunciados en el 2012.
La mayoría de las denuncias corresponde a personas que dijeron haber sido drogadas en centros comerciales, la calle y la terminal terrestre. Los casos son más recurrentes por las noches y las madrugadas, los viernes y sábados.


Ernesto Jaramillo, farmacólogo perito de la Fiscalía, menciona que un ataque con psicofármacos potentes, en una dosis elevada, podría llevar a la muerte o dejar trastornos permanentes.
La Policía indaga si las mujeres que drogaron a la familia de Margarita pertenecen a una banda que asalta bajo esa modalidad.


“Cuando entré a la sala había un humo blanco y ellas estaban con mascarillas, revisando los bolsillos de mi hijo”, contó Margarita. Luego las desconocidas huyeron en un auto blanco.



Fuente: EL COMERCIO*