lunes, 5 de septiembre de 2011

Un atropello a la historia del periodismo nacional. Un abuso más

***SNN





Los propietarios de diario El Comercio se han permitido borrar a El Telégrafo de la historia del diarismo ecuatoriano, a propósito de un homenaje al trabajador gráfico


Ante la insólita publicación de un suplemento del Diario El Comercio, el jueves 1 de septiembre del presente año, titulado “Especial del Día del Gráfico, Obreros de la Prensa Nacional”, quienes hacemos Diario El Telégrafo, fundado el 16 de febrero de 1884, no podemos admitir que se intente borrar de la historia del país 127 años de trabajo fecundo.


Cuando los miembros de la familia Mantilla Ortega -gestores del diario capitalino- ni siquiera imaginaban un modelo de negocio que, en aquella época, tenía más de utopía y altruismo que afán de acumular grandes cantidades de dinero para sacar y poner gobiernos, vetar ministros y darse el lujo de escoger cargos diplomáticos al mejor estilo de las jefaturas políticas de cualquier cantón, como ocurría hasta hace poco tiempo con los propietarios de los medios privados de comunicación, Juan Murillo y Miró decidió agrupar en la redacción del decano de la Prensa Nacional a los más altos valores del pensamiento ilustrado que le darían profundidad a la ideología liberal.


Por la frontalidad de sus escritos y publicaciones de sus colaboradores fue apresado y desterrado a Chile.


Sin embargo, los promotores del especial de marras se han permitido insertar en la portada una cronología -en letra grande bicolor- sobre el diarismo ecuatoriano que, según sus complejos y oposición al Gobierno Nacional y a todo lo que emana de él, empieza con el medio capitalino en 1906 y termina con la fundación de La Prensa Amazónica, de El Puyo, en 2006.


Si no es ignorancia, que después de tantos años en el oficio reflejaría mediocridad e incompetencia, es un acto de mala fe de la señora Guadalupe Mantilla, directora de ese matutino, contra todo lo que desentona con el gremio de “periodiqueros” y sus intereses corporativos; pero además, contra el ejercicio de la democracia y los derechos civiles que, muy a su pesar, actualmente sí son respetados. La ciudadanía tampoco puede olvidar que en 2004 esta señora se declaró opositora del Gobierno de Lucio Gutiérrez solo por antipatía y porque era de El Puyo. Sobre el tema hay una carta pública del ex gobernante.


Disentir no significa desconocer la existencia del otro. Los 127 años de El Decano de la Prensa Nacional y de los episodios más conflictivos del país están microfilmados y sirven de consulta obligada a investigadores propios y extraños. No nos pueden sacar de la historia porque no formamos parte de las estrategias golpistas, ni por el hecho de trabajar con la verdad, la única que tienen los sectores victimizados por la soberbia oligárquica de los dueños de los medios privados.


El pequeño texto inserto en la portada a la que nos estamos refiriendo dice que “El trabajo gráfico contribuye directamente al progreso material y espiritual del país, pues de sus manos salen los productos que hacen posible la civilización. Este es un homenaje a esos personajes que no aparecen en el papel, pero son la columna vertebral de esta industria”.


La afirmación encubre una cuestión medular para el periodismo: no hay tareas civilizatorias que apelen a la subjetividad y a la representación de formas alteradas de la realidad, distorsionadas o definitivamente orientadas a ocultar contenidos relevantes referidos a los intereses de sus empresas, o a la servidumbre política que apuntala un sistema inequitativo e injusto.


Para nadie que habite este país pasará desapercibido el atrincheramiento de los propietarios detrás de la Asociación de Editores de Periódicos (AEDEP), en defensa y patrocinio de un asunto judicial que compromete a uno de sus asociados y a un escribano prófugo.


Lo que les duele en el fondo es que, por mandato popular, las instituciones del sistema financiero así como empresas privadas de comunicación, sus directores y principales accionistas, sean dueños o tengan participación accionaria, ya no podrán diversificar sus inversiones de capital en otros ámbitos que no sean los de la prensa.


Fuente: EL TELÉGRAFO*



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