domingo, 25 de septiembre de 2011

Un día lleno de violencia contra gente desarmada

***SNN





Fotógrafos, periodistas, personal de apoyo, asesores, ministros, enfermeras, estudiantes, amas de casa, personas de la tercera edad, entre otros, fueron atacados por defender la democracia y apoyar a Rafael Correa.


En varios videos y fotografías hay un registro revelador: con violencia, los policías impidieron que fotógrafos y camarógrafos grabaran sus desmanes. Incluso la cámara de un fotógrafo fue quemada en una llanta en la puerta del Regimiento Quito. Esa imagen, como símbolo, revela lo que en realidad querían los sublevados: ocultar su delito, no dejar pistas ni pruebas de lo que hicieron.


Los testimonios de los presentes en las inmediaciones de ese recinto policial señalan dos hechos inauditos: todo aquel que demandara de los gendarmes un poco de cordura era agredido verbal y/o físicamente, pues, decían ellos, “su reclamo era justo”; usaron gases, piedras, palos y hasta dispararon para defender su “causa” con recursos del Estado.


“Los más agresivos fueron los que se encapucharon o se colocaron camisetas en la cabeza para ocultar su identidad. Algunos de ellos fueron mujeres policías tan agresivas con su lenguaje y sus manos que los hombres se sentían extrañados y hasta impotentes”, cuenta William López, arquitecto de 43 años, que tenía una cita médica en el Hospital Metropolitano y observó desde las 07:30 cómo ocurría el amotinamiento.


Las primeras horas de ese 30 de septiembre de 2010 prueban, además, que la actitud policial contó con el respaldo de algunos altos oficiales, a pesar de la persistencia del entonces comandante general Freddy Martínez de escuchar y ofrecer una explicación sobre lo que contenía la Ley de Servicio Público (Losep).


Después llegaron buses llenos de policías al Regimiento Quito desde diversos sectores de la capital. Cuando ya todo estaba organizado cerraron las puertas y agredieron a algunos fotógrafos, hasta que llegó el Presidente de la República.


Y durante toda la tarde, coinciden todos los testimonios, los policías ya no respetaron a nadie: ministros, asambleístas, periodistas, mujeres y menores de edad fueron agredidos y “gaseados”.


Omar Mosquera, oriundo de Carchi, llegó con la marcha encabezada por el canciller Ricardo Patiño. Cerca de las 17:00 estuvo cerca de las instalaciones del GOE, en la parte trasera del Hospital de la Policía. Un gendarme le disparó, a menos de diez metros, cuando Omar levantaba las manos.


La bomba lacrimógena le impactó en la mandíbula, lo que le produjo una fractura múltiple. Desde ese día recibe tratamiento médico y quirúrgico para reconstruir su quijada. ¿Por qué le disparó a la cara estando tan cerca y con las manos en alto? Como él, hubo otras personas que recibieron impactos de bombas.


El registro gráfico que mostramos ahora, a más de ser una evidencia de lo ocurrido, marca un punto de inflexión respecto al rol que debe cumplir la Policía Nacional en la democracia ecuatoriana.


Fuente: EL TELÉGRAFO*

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