viernes, 9 de septiembre de 2011

30-S: La escolta se sumó a la protesta a última hora

***SNN



 Cinco días después de los hechos las Fuerzas Armadas asumieron el control


Las tareas de los policías en el llamado Palacio Legislativo ahora tendrán otra regulación que se incorporará en la reforma a la Ley Orgánica de la Función Legislativa.


Quienes fungían de escoltas legislativos, dicen, se sorprendieron con lo ocurrido en el Regimiento Quito. Solo plegaron a la protesta cuando una delegación llegó para integrarlos a la sublevación. En motos y patrullas acudieron algunos oficiales y los conminaron a tomarse el edificio parlamentario, “por eso ahora pagamos las consecuencias”, dice un ex policía que estuvo de guardia ese día.


Hasta la presente fecha la escolta legislativa tradicional sigue fuera de la Asamblea. Los policías sublevados el 30 de septiembre perdieron la potestad de dar seguridad en la sede de la Asamblea y a los asambleístas. Cinco días después de los hechos las Fuerzas Armadas asumieron el control.


Nunca antes había ocurrido algo igual. Los policías consideraban ese edificio su espacio laboral desde 1958, cuando en el Ecuador se realizó la Conferencia de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA).


El edificio fue construido con tal propósito, al igual que otras edificaciones que se mantienen hasta la actualidad.


Posteriormente, en 1960 se inaugura el Congreso Nacional, con Camilo Ponce Enríquez, y aparece dentro del presupuesto del Estado la partida para sustentar los gastos de la ya llamada escolta legislativa del Congreso Nacional.
En esa época los escoltas contaban con habitaciones en la parte subterránea, donde tiempo después pasó a funcionar la cocina. Durante muchos años los policías que han estado en la Asamblea fueron testigos de las broncas entre políticos, posesiones de mandatarios y protestas sociales en los alrededores.


Al mismo tiempo ha sido una forma menos riesgosa de ejercer su oficio. Incluso, se sabe, que algunos policías se “palanqueaban” para ir a la escolta legislativa, porque resultaba más cómodo.


Se cuenta, además, que para algunos policías era una forma de tener contacto con políticos que les podían ayudar o hacer favores a sus parientes.


La salida del grupo policial afectó la misma dinámica de la institución, además de la inconformidad, porque dicen que no cometieron ningún delito. Sin embargo, el impedir las labores legislativas se considera un delito de administración pública.


Una imagen que ha desaparecido de las instalaciones de la Asamblea Nacional es la de ver a los policías jugando “ecuavoley” en lo que ahora son los estacionamientos del sector, que da a la calle Gran Colombia. Los fines de semana los policías de turno disfrutaban de ese deporte tradicional.


Los miembros de la escolta legislativa llevan un uniforme distinto al resto de policías, denominado A4, debido a su función de protección y protocolo.


La “torera” (así se nombraba el uniforme con el que la escolta legislativa asistía diariamente al pleno) consistía en pantalón de montar y chaqueta verde olivo. Mientras que en ocasiones como posesiones presidenciales o informes a la nación, el uniforme consistía en chaqueta blanca, pantalón y botas de montar.


Por disposición especial en la Constitución, la Guardia Policial debe atender y garantizar, en el recinto legislativo, la seguridad de asambleístas, personal, asesores, funcionarios, empleados, visitantes e instalaciones.


Los 126 agentes designados a estas labores se dividen en grupos para brindar seguridad las 24 horas del día. Por ejemplo: en el incendio del 5 de marzo de 2003, que consumió tres pisos de lo que antes se llamaba Congreso Nacional, las llamadas de aviso salieron de miembros de la escolta legislativa.


Los bomberos y personal de rescate acudieron para evacuar a los asambleístas que se encontraban atrapados en uno de los pisos y aguardaban el arribo del helicóptero policial que nunca llegó.


Dentro del Palacio Legislativo no existen habitaciones destinadas a la escolta. A 50 metros de la Asamblea la Policía arrendaba una casa con un cuarto de alrededor de 60 metros, en donde habían algunas literas para el descanso de los miembros policiales y los cambios de guardia.


En las instalaciones de la Asamblea la escolta tenía prohibido portar armas. Las dejaba en una bodega ubicada en el séptimo piso. En la planta baja también contaba con un espacio para guardar el armamento de cada policía.
Guardianes de una historia política. Así se desempeñaron los miembros de la escolta legislativa hasta el 30 de septiembre.


Ahora, un nuevo grupo de policías recibe entrenamiento para regresar a la Asamblea y volver a brindar seguridad. El perfil para integrar la próxima escolta legislativa ha sido minuciosamente revisado.


120 policías han sido escogidos de entre 500 aspirantes. Ellos esperan pasar a formar parte de la historia de la Asamblea Nacional. El próximo jefe de la escolta y su quipo se están entrenado para el día en que los militares regresen a sus cuarteles.


Sin embargo, se estudia reformas para que la integración de la nueva escolta legislativa esté compuesta por miembros de las FF.AA. y Policía Nacional.



Fuente: EL TELÉGRAFO*

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