miércoles, 23 de mayo de 2012

Dramático final de diseñadora en el quirófano de una clínica

***SNN



  

QUITO. A las 23:15 del lunes fue retirado de Gastromed el cuerpo de Sonia García, quien a las 08:30 había entrado al quirófano para ser intervenida por el doctor Maximiliano Torres (foto), quien iba a extirparle una hernia.
 
Lo que debía ser una intervención quirúrgica “sencilla” se convirtió en una tragedia para una familia que el lunes pasado vio morir a uno de sus integrantes en un caso de posible mala práctica médica en Quito.

Sonia García Carvajal, de 49 años, había acudido el domingo pasado al Centro de Cirugía Bariátrica y Metabólica Gastromed, en la av. Brasil y Mariano Echeverría, en el norte, donde al día siguiente se sometería a una operación para que le extirparan una hernia que le provocaba hipo y reflujo gástrico.

Ese diagnóstico le habría dado el médico Maximiliano Torres después de hacerle una endoscopia. También le encontró niveles elevados de glucosa, por lo que le recomendó una operación de “banda gástrica”.

Con la decisión de someterse a la intervención, Sonia ingresó al centro médico la noche del domingo. El lunes, a las 08:30, Torres inició la operación que, según había indicado a José Ortiz, esposo de la mujer, no demoraría más de 45 minutos.

Sin embargo, las horas pasaron y no era sacada de la sala de operaciones. A las 13:00, Ortiz recibió una llamada de la recepcionista de la clínica quien le dijo que el médico quería hablarle.


A los diez minutos fue recibido por la cardióloga Sandra Torres, quien explicó que Sonia había perdido sangre, sufrido paro cardiaco y posiblemente registraba un daño cerebral, y pedía autorización para trasladarla a la clínica Pichincha.

“Ante esta solicitud le respondí que proceda y haga lo que tenga que hacer para salvar a mi esposa. La doctora me pidió que espere a que el médico salga de la sala de operaciones”, recuerda ahora el viudo.

Además indica que minutos antes de las 14:00, Maximiliano Torres le explicó que en la intervención cortaron una arteria importante, pero que trabajaban en estabilizar a la paciente. Una hora más tarde, el angustiado esposo pidió ver a su esposa y pudo observar que cinco médicos le aplicaban descargas eléctricas para reanimarla.

A los minutos, el esposo volvió a observar por la ventana de la sala de operaciones y ya no vio a ningún médico, solo a su esposa conectada a una máquina respiradora y sueros. “Pensé que estaba respirando”, dice.

Pero nadie le daba razón del estado de Sonia. Llamó al 101 y pidió ayuda a dos policías, quienes al consultar sobre el estado de la mujer obtuvieron como respuesta de la recepcionista que “todo estaba normal”.

José no se convenció de la respuesta y volvió al quirófano, donde halló las puertas abiertas. Nuevamente pidió ayuda a los policías, quienes volvieron para constatar que Sonia había fallecido y su cuerpo abandonado por los médicos.

Un uniformado que acudió relató: “Hallamos una escena escalofriante. Había sangre en el piso, gasas botadas por todos lados y las máquinas (de oxígeno) seguían funcionando. Nadie las había desconectado”.

Doris García, hermana de la fallecida, contó que encontraron dos especies de botellas grandes con sangre. “Probablemente era para hacerle transfusiones, ya que Torres había dicho que le aplicaron quince pintas a mi hermana”, cuenta.

Sonia tenía tres hijos, todos mayores de edad, y era diseñadora de modas. Sus siete hermanos y su esposo ahora la recuerdan como la persona que ponía alegría a la familia.

 
 
 
Fuente: EL UNIVERSO*
 
 
 
 

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