La mayoría de choferes prefiere no hablar con la prensa. Mucho menos permiten fotografías.


“Por unos pocos choferes que han tenido lamentables accidentes nos tachan a todos de irresponsables”, dice molesto un conductor en el andén de arribo de la Terminal Terrestre ‘Jaime Roldós’ de Guayaquil.


Pero no solo es por eso. También temen quedarse sin su trabajo. Por ello, varios choferes profesionales que laboran en las 45 cooperativas intercantonales y 42 interprovinciales que operan desde el Puerto Principal prefieren hablar sin grabadora ni cámara.


Un conductor que omitió su nombre por temor a ser identificado y recibir alguna sanción dijo que tiene que trabajar hasta 15 horas para ganar USD 20 diarios.


“Salgo de Bahía de Caráquez a las 06:30 y luego desde Guayaquil, a las 13:30 con menos de dos horas de descanso, debo viajar cinco horas más a Chone. Toca dormir en el carro porque no nos dan ni para el hotel. Solo hay un sitio para descansar en Manta, Bahía y Guayaquil. Por USD 600 mensuales, por un contrato de un año, se pasa mucho sufrimiento. Solo pagan el Seguro Social, porque ni siquiera hay utilidades y mucho menos vacaciones”.


Su cooperativa, cuya base es Manabí, tiene 120 unidades con igual número de dueños (socios). “Aquí no hay un solo dueño de bus manejando. Yo vengo viajando siete horas y después de una hora y media me toca volver a manejar cinco horas más. Sin embargo, a raíz de los accidentes solo se culpa a los choferes”.


Este conductor y otro que cubre una ruta a la Sierra norte coinciden en que “todo es parte del sistema”. Se refieren a normas no escritas en el sentido de que el bus debe estar rodando constantemente para generar recursos.


“A veces salimos con 3 ó 4 pasajeros. Y aunque no es permitido, por necesidad toca coger personas en el camino porque de allí sale para nuestra comida y para reportarle al dueño. Caso contrario puede pensar que no estamos trabajando bien”, refiere.


De repente otro conductor toma partido de la conversación y reclama airadamente que no considera justo que ahora las autoridades, cuando hay accidentes, suspendan a toda la cooperativa involucrada. “Aquí hay 44 buses pero no se puede castigar a todos y dejar sin trabajo al resto de conductores por la irresponsabilidad de un chofer o quién sabe si es por culpa de otro vehículo o por infortunios de la vida”.


Miguel Pozo, presidente de Cooperativa Bolívar, que tiene 52 socios, tampoco está de acuerdo. Cree que debe haber un proceso, con una investigación que determine responsabilidades.


“Nos preocupa que estén sancionando a toda la operadora y casi todos tenemos deudas con la banca ya que un bus cuesta USD 1 40 000. La mayoría de buses en mi cooperativa es manejada por los dueños. Tampoco podemos darle el bus a un inexperto porque en sus manos estamos poniendo nuestro patrimonio”.


En Guayaquil, los buses son sometidos a controles previos a recibir la autorización de salida. “Debemos tener las llantas y las luces en buen estado. Si no, simplemente no salimos”, cuenta un oficial de Reina del Camino.


Entre el miércoles y jueves anterior, previo al feriado, la Comisión de Tránsito impidió la salida de 62 unidades. Un 80% tenía las llantas lisas. Pero no se puede hacer la prueba del alcoholímetro. La Agencia Nacional de Tránsito aún no instala los equipos.


Pero hay quienes dicen que los accidentes se deben a la impericia del conductor. “Hay choferes, la mayoría viejos, que son ‘picados’ y no les gusta que alguien los rebase. Entonces aceleran”, comenta Jorge, un chofer de Trans Esmeraldas, que tiene una estación en La Garzota, frente al aeropuerto porteño. Asegura que llegar a una hora determinada al destino no es excusa para “volar en la carretera. En la cooperativa no nos multan por eso”.


El dirigente Miguel Pozo cree que hay un problema de fondo: el exceso de frecuencias. “Hay carros que salen vacíos a las 06:00 y van lento esperando pasajeros. Igual ocurre con los que van saliendo después. Entonces falta un estudio técnico serio que determine cuántos buses y frecuencias se requieren en cada ruta”.


Es mediodía y la temperatura es alta. Desde un bus proveniente de Huaquillas, desciende un chofer. Se desanuda la corbata. Se muestra irritado. Coop. Riobamba Gonzalo Castañeda/ Chofer por 20 años“Toca comer al apuro y alistarme para salir de nuevo. Si me quiero bañar tengo que pagar un dólar aquí para ducharme”.


Coop. Riobamba Gonzalo Castañeda/ Chofer por 20 años
‘Es una ventaja estar asegurado’

Dependiendo de la ruta asignada, uno puede manejar entre 7 y 12 horas diarias. Por ejemplo, vengo de Macas. Salí a las 03:00 (jueves pasado) y llegué 11:00 a Guayaquil. De aquí a las 15:00 voy a Riobamba, mi ciudad natal y llegaré en cuatro horas. Habré cubierto esa ruta del día en unas 12 horas pero luego descansaré hasta las 13:00 del siguiente día en que me tocará volver a Macas.


Hay rutas cortas como Riobamba-Quito que es de 7 horas ida y vuelta; a Santo Domingo o al Puyo 10. En el día no hay problema hacer el recorrido solo, pero en los viajes en las noches o madrugadas siempre se lleva chofer de apoyo. Por lo general es el mismo dueño del bus.
En este trabajo se duerme donde toque el destino de la ruta que nos asignan. Solo en Santo Domingo la cooperativa tiene un sitio para dormir.


En el resto de ciudades toca descansar en el bus pero a veces es imposible por la bulla que hay en las terminales.


Las comidas nos servimos en los paraderos turísticos o en las terminales. Se financian con lo que se cobra con los pasajeros que se cogen en el camino.


Tengo un sueldo de USD 500 y el valor del IESS lo paga el dueño del bus. Antes nos pagaban USD 20 por cada viaje. A veces hacía USD 40 al día, pero también si no viajaba no ganaba. Ahora ganamos menos pero tenemos el seguro que me permite, además, hacer atender a mis dos hijos.
No cuento con vacaciones. Cada 15 días, en que se cubre toda la ruta de frecuencias, tengo cuatro días de descanso.


Coop. Aerotaxi Segundo Juan Estrada/ 28 años de edad
‘A veces manejo 12 horas diarias’

Esta es una profesión muy esforzada que implica mucho sacrificio. No tengo contrato firmado, es decir mañana bien no pueden darme trabajo. Tengo 28 años de edad, ocho de ellos como chofer.


Desde este año tengo Seguro Social que lo pagamos a medias con el dueño del bus. Se calcula en base a los USD 550 promedio que gano al mes. No es un sueldo fijo, yo gano USD 20 por cada viaje. Cubro la ruta Ibarra-Guayaquil, Guayaquil-Esmeraldas, y Esmeraldas-Ibarra, es decir gano USD 60 cada tres días y descanso poco menos de un día. Sencillamente si no trabajo no gano. Tampoco tengo vacaciones anuales.


La atención médica en el sistema de salud del IESS es una de las ventajas de estar ahora asegurados por ley. Es algo de lo que se benefician mis tres hijos, de entre 3 y 9 años de edad.


Yo soy oriundo de El Ángel, cantón Espejo (Carchi). Llego a mi casa cada dos días y manejo un promedio de 12 horas diarias. A Esmeraldas, por ejemplo, son 10 horas de viaje. Por ello se lleva un chofer alterno.


A veces se descansa un promedio de cuatro horas entre cada viaje. No es el tiempo adecuado, pero hay que adaptarse. En La Garzota, en Guayaquil, la empresa tiene una casa garaje donde tenemos donde descansar. En Esmeraldas y en Ibarra también hay un sitio para dormir.
Gracias a Dios nunca he tenido ningún accidente de tránsito.


Para la comida nos reconocen junto al oficial un viático de USD 10 diarios. Nuestra cooperativa cuenta con 45 unidades.


CooperativaLibertad peninsular Alberto Berruz
‘Tenemos un lugar para reposar’

Me favorece que la sede de la cooperativa esté en mi ciudad, La Libertad (Santa Elena). Generalmente llego a dormir a casa pero cuando me toca quedarme en Guayaquil la empresa tiene un local con aire acondicionado, frente a la terminal, donde hay camas para los choferes.
Tengo 18 años trabajando en esta cooperativa y siempre he sido asegurado por parte del dueño del bus. Una parte del valor del Seguro Social lo cubre el jefe y el otro yo, como dice la ley.


Al mes trabajo 24 días y tengo seis de descanso. Es decir por cada ocho días laborables tenemos dos libre. También cuento con vacaciones anuales.


Además del sueldo, tengo un viático diario por comida de alrededor de USD 9. El mismo trato lo reciben los oficiales.


Debido a que el recorrido relativamente es corto no se necesita tener un chofer de apoyo aunque, cuando se anticipa por cualquier situación, la empresa ubica un conductor adicional. En el día hacemos dos vueltas, es decir dos veces la ruta Salinas-Guayaquil-Salinas.


No es una ruta agotadora aunque igual siempre implica estar bien despierto al volante. Además, al haberse fusionado las tres cooperativas peninsulares en una sola empresa Altrapen ya no existe esa competencia que había antes entre los buses.


Cuando llegamos a la terminal de Guayaquil, esperamos que nos avisen a qué hora volvemos a salir. Mientras tanto comemos aquí, vamos a descansar un rato o damos una caminata.


La afiliación al IESS

Las compañías de pasajeros y carga deben presentar en la ANT certificaciones de estar al día con el IESS y copia de los contratos de los choferes y empleados.


Según el artículo 82 de la Ley de Tránsito, las operadoras que incumplan la obligación de afiliar al IESS a conductores y oficiales serán multadas de ocho remuneraciones básicas.




Fuente: EL COMERCIO*