domingo, 17 de julio de 2011

La “moral” de los medios castiga a 12 adolescentes

***SNN




EL TELÉGRAFO*
Orlando Pérez, Subdirector

La criminalización mediática

Un video sobre un baile “erótico”, ocurrido en febrero pasado, subido a la Internet y difundido por algunos canales provocó la reacción de autoridades del colegio 28 de Mayo y la Fiscalía Distrital del Guayas. Ilustración: Bruno Carranza / El Telégrafo


Como diría Nietzsche: “Los hechos no existen, solo sus interpretaciones”. Por ello la trascendencia de un acto que pudo haber quedado como una “travesura”, un momento de festejo o simple algarabía ahora nos ocupa: un grupo de estudiantes del colegio 28 de Mayo bailan, gozan del baile y del encuentro con la imagen y el registro audiovisual.


Resultado: la rectora Patria León decide expulsar a las cuatro estudiantes de quinto y sexto curso tras la difusión de un video subido en Internet, pero sobre todo difundido, comentado, juzgado moralmente por algunos medios de comunicación. Ocho adolescentes más fueron suspendidas temporalmente no sin antes firmar un compromiso, con sus padres, para asistir a talleres con psicólogos del plantel.


Según la rectora, los informes indican que las faltas cometidas tienen que ver por “el mal uso del uniforme en situaciones ajenas a las académicas”. Ella se acogió a “lo que indica la Ley Orgánica de Educación Intercultural, en el artículo 134, literal C, que señala la separación inmediata de la estudiante de la institución en caso de cometer alguna falta grave”.


El video fue grabado en febrero pasado cuando terminaron los exámenes supletorios y las chicas festejaron haber aprobado el año.


Incluso, el fiscal Distrital del Guayas, Antonio Gagliardo, advirtió a quien subió el video a la web que podría ser sancionado con una pena de 6 a 9 años de reclusión y que si en el inmueble donde se grabó hubo adultos podrían ser inculpados como cómplices del delito de “pornografía infantil”.


¿Pornografía infantil? Pornografía son actos sexuales explícitos con menores de edad. ¿Las chicas bailaban realizando actos sexuales explícitos?


Los medios nos quieren imponer un dominio social basado en una matriz pecaminosa, deseando una emancipación colectiva para ganar un paraíso en la tierra. Ese dominio, para los medios, supone un consenso al que nos debemos adscribir porque ellos imponen la norma y hasta juzgan a quienes la rompen. De los medios debemos esperar el “deber ser” y lo que nos corresponde cumplir como “ciudadanos” (¿o consumidores?) del régimen mediático hegemónico, intocado gracias a la sacrosanta libertad de prensa.


La pregunta de cajón es: ¿Las muchachas cometieron algún delito? No, bailaron, festejaron haber pasado de año y lo hicieron registrando en un respaldo audiovisual, por último, su alegría.


En realidad lo que se juzga es un baile sexual, erótico, provocador, sensual. O sea: la sexualidad es lo que espanta, no el festejo. Los que sí cometieron un “delito”, al juzgar y sentenciar moralmente a las chicas, fueron aquellos medios de comunicación que usaron el tema para dar un sermón, levantar oraciones por el respeto y la dignidad y escandalizar. Y ante todo criminalizar a un grupo de adolescentes.


Volvemos entonces al asunto medular: los medios dictan leyes desde su moralidad y generan escenarios moralistas para sancionar sobre la base de su doctrina conservadora. Como dice Claudio Magris: “¿Cómo puede saberse que esas leyes no escritas son de los dioses, es decir son principios universales, y no por el contrario arcaicos prejuicios, ciegas y oscuras pulsiones del sentimiento, condicionadas por quién sabe qué atávicos vínculos?”.


¿Quién ha dicho que bailar, de la forma que privadamente le dé la gana a cualquier persona, constituye un motivo para linchamiento mediático? ¿Desde qué moralidad hablan los medios (particularmente los de televisión) y las autoridades del colegio 28 de Mayo para violentar a las adolescentes señalándolas como cuasi criminales y hasta pornógrafas?


Esos mismos medios son los que en sus programas de farándula se regocijan por introducirse en la vida íntima de los famosos. Ellos son los que fijan una matriz “cultural” alrededor de la sensualidad del baile, cuando no “ofende” a la sociedad porque está avalado por el prestigio de sus actores, patrocinando una eroticidad hipócrita cuando exaltan a una Shakira, Jennifer López o Angelina Joli por sus “virtudes” corporales y no por sus valores artísticos, éticos o políticos.


¿En esos medios no son las presentadoras un modelo de sensualidad que apela a cierto morbo y no precisamente a su capacidad intelectual y preparación profesional?


Por lo mismo, se contradicen con su propia moralidad sobre la violencia cuando la subrayan de forma soterrada al criminalizar a un grupo de adolescentes. Esa otra violencia, consagrada desde su moralidad, para los medios no tiene efectos ni tampoco causa traumas a las adolescentes. Apenas si fija un comportamiento al que todos deberíamos adscribirnos: lo sensual es pecado.


Y no es la primera vez que lo hacen y es de esperar que no sea la última. La noticia (paradójicamente ocurrida en febrero) es de ahora y adquiere vigencia porque los medios la imponen. En su lógica (para nada reñida con el rating) nos obligan a revelar también a una sociedad conservadora, castradora y hasta pendenciera cuando los adolescentes osan declararse libres y autónomos con su cuerpo y decisiones.


Por ahora sería sano que los mismos medios asuman la responsabilidad de debatir el tema, desde el reconocimiento de la equivocación, para, en parte, hacer pedagogía social a favor del respeto a la intimidad. Sin embargo, lo dudo: los medios nunca se equivocan. Su moralidad es casi divina e intocable.


No es un asunto académico. Eso ya fue resuelto por la Subsecretaría de Educación. El tema es la hipocresía de los medios y ciertas autoridades para reconocer a los jóvenes como cuerpos soberanos.

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