martes, 19 de julio de 2011

En velorio de los fallecidos se obsequió licor de la muerte y murieron otros

***SNN



LA HORA*

BABAHOYO. Ayer en la parroquia Ricaurte junto al hospital de la localidad sucedía algo fuera de lo común.


Ambulancias que llamaba la atención con el ulular de sus sirenas, doctores que mantenían un movimiento inusual, periodistas y técnicos que colocaban antenas parabólicas, cámaras de tv, militares resguardando el hospital móvil, donde dos pacientes se debatían entre la vida y la muerte. Seguridad por todas partes con rejas y guardias.


A un costado de donde está ubicado el hospital móvil llamó mi atención. Había un grupo de mujeres arrinconadas a la pared, tres de ellas de unos de 60 años y una de 35. Una estaba dormida. Al acercarme, sus rostros reflejaban una tristeza profunda, sus ojos rojos, parpados decaídos embargaban una pena, parecería que estaban en un mar de angustias luchando por sobrevivir o tratando de entender los errores del ser humano.


Una botella de jugo del Valle y unas cuantas galletas había sido su almuerzo, no tenían dinero para comprar alimentos, el que era sustento de la casa se jugaba la vida en el interior del hospital móvil. “Anoche a la 22:00 trajimos a nuestros familiares con los síntomas que ha provocado ese ¡maldito licor!. Los médicos nos dicen que le están tratando de salvar la vida, pero tal vez quede ciego”, dijo Laura Mina prima de uno de los intoxicados.


Bebieron en el velorio

Víctor Andrade (35) de Los Sauces y Juan Mina de Puebloviejo llegaron el domingo con un cuadro clínico grave. La madre de Mina quiso explicar cómo fue la forma de que se intoxicó su hijo, pero el dolor en su corazón impidió que lo hiciera. Lágrimas rodaron por sus mejillas, es su único hijo el que se esforzaba por llevarle los alimentos, la medicina, el amor, el cariño de un hijo, y la unión de una familia.


Apenas dijo: “ tal vez los hijos se preparan para sepultar a sus padres pero no los padres para enterrar a sus hijos”. Su tristeza había llegado al fondo, no habían palabras para explicar; por un momento cerró su ojos como tratando de creer que todo era un sueño y que tal vez al abrirlos podría haber desaparecido la escena. Pero los doctores, las ambulancias, los militares, los periodistas, el hospital móvil, absolutamente todo era real.


La prima de Juan Mina, Laura intercede por la sexagésima. Ella era única mujer más joven, todos los miraban, “que le cuente ella como se intoxicaron los muchachos”, balbuceó una de ellas.


La escena

Todo empezó en la noche del jueves pasado cuando mi primo fue al velorio de Cruz Pisco en Puebloviejo. Ese día había muchos rumores que Pisco había muerto por un paro cardiaco, ulcera en el estómago o porque el licor tenía veneno. La mayoría le atribuyó a las primeras hipótesis y no consideraron la opción del licor. Esa noche como es de costumbre se suele dar licor a los visitantes, había llovido y un fuerte frío motivaba para que aquellos hombres con más deseos bebieran el licor artesanal. Entre risas y cachos, los muchachos se pasaron la noche acompañando el féretro de Pisco, todo parecía normal. El viernes sepultaron al amigo y a esa misma horas cerca de 30 personas empezaron a sentir los estragos, algunos se pasaron de copas y antes que el sol ocultara sus rayos solares tres de ellos murieron.


Entre los 30 están ahora mi primo, él cayó mal el domingo con vómitos, dolor de estómago, pérdida de conciencia y noche (el domingo) lo trajimos casi muerto.


Laura dice que faltó más información de las autoridades, pese que se hizo un operativo el jueves la noticia no fue difundida ese mismo día de advertir a la comunidad que ese licor era la causa de la muerte. “Qué ironía la vida, las personas murieron por ese licor y van a su velorio a morir con el mismo licor”, añade Laura que pide justicia por las muertes de personas inocentes.


Se salvó por beber caña

José Benavides, cerca de las 08:00 llegó al hospital de Ricaurte, cuento es para cacho, pero es toda una realidad. Mientras los doctores le aplicaban un suero para desintoxicar su cuerpo, nos explicó que el miércoles pasado se encontró con un grupo de 12 amigos que estaban bebiendo ese licor; lo invitaron y se tomó como ocho copitas, pero apareció otro que le invitó a tomar Caña (licor con registro sanitario) Dios no quiso que muriera, porque me fui con mi amigo a tomar caña. Al día siguiente, su jefe que tiene un funerario, le dijo cuidado con tomar trago en botellita porque la gente se está muriendo, dijo haberle restado importancia y luego ayudó a llevar tres ataúdes hasta el hospital, se percató que los fallecidos eran sus amigos. Ayer contó que de los 12 ocho ya han fallecido.


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Pese a ley seca, ayer en Urdaneta llegaron denuncias que todavía seguían vendiendo trago sin etiqueta.


Mies prometió ayuda a las personas afectadas, pero hasta ayer no llegaba la ayuda


Necesitan de alimentos, apoyo psicológico y recursos para poder pagar las deudas.

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