viernes, 22 de julio de 2011

Un periodismo responsable es la demanda histórica del país

***SNN



EL TELÉGRAFO*

El respeto es ahora una máxima para los medios, periodistas, autoridades y la ciudadanía.


Personas para nada “gobiernistas”, “oficialistas” o “correístas”, como Diego Oquendo, por solo mencionar un nombre, lo han dicho: “El artículo de Emilio Palacio fue un grave error que mereció una rectificación inmediata”.


¿Cómo entender entonces la sentencia, ahora apelada por las partes, a los directivos del diario El Universo y de su ex editor de Opinión? ¿Debemos asumir que se trata, efectivamente, de un “atentado contra la libertad de expresión” o un acto jurídico con todas sus letras? ¿Por qué el juez procedió mal o bien? ¿La prensa y los periodistas estamos exentos de responsabilidades legales, cobijados bajo la libertad de expresión?


Rizard Kapuscinski, ese gran maestro y reportero polaco, cuando comenta del orgullo de ser periodista y de publicar señala algo vital para este oficio: “En esta profesión se perdió algo tan central como el orgullo de lo personal. Ese orgullo implicaba también la responsabilidad del periodista con su trabajo: el hombre que pone su nombre en un texto se siente responsable de lo que escribió”.


Y también dijo: “Conviene tener presente que trabajamos con la materia más delicada de este mundo: la gente. Con nuestras palabras, con lo que escribimos sobre ellos, podemos destruirles la vida”.


Estos sabios consejos deberían colgar de cada una de las computadoras de todas las redacciones del mundo. Y como tales deben guiar el trabajo cotidiano, pero fundamentalmente de quienes dirigen los medios, por más grandes o pequeños que sean. Mucho más en aquellos que por su prestigio y trayectoria, credibilidad y reconocimiento, influyen en la sociedad y cada nota, editorial o reportaje constituye una ‘verdad’.


Para no ir muy lejos y salvando las distancias, en Inglaterra se desarrolla una investigación al quizá más poderoso grupo mediático del planeta, propiedad de Rupert Murdoch, porque uno de sus diarios, News of the World, realizaba escuchas ilegales a personalidades.


El propietario ha ofrecido disculpas públicas, su principal colaboradora fue detenida, luego liberada al pagar fianza y el parlamento británico, en la comisión de Cultura, Medios de Comunicación y Deportes, investiga el impacto de esa mala práctica en los derechos de las personas.


De hecho, el diario en mención fue cerrado luego de más de 100 años de existencia y de ser uno de los de mayor tiraje en Inglaterra, al reconocer que habían cometido una grave falta que hundía su credibilidad más abajo del piso.
¿Entre periodistas hay alguien que pueda decir que el editorial de Palacio no injuria ni ofende? Hablar en estas épocas de responsabilidad periodística también es hablar de convivencia democrática armónica y no solo garantizar un negocio particular/familiar.


La sentencia ya ha causado un revuelo general por sus implicaciones política y hasta laborales. Eso estaba en el presupuesto jurídico de los propietarios del diario El Universo. Días atrás Emilio Palacio renunció a su cargo convencido del efecto de su error periodístico al acusar, sin pruebas, al ciudadano Rafael Correa, de haber ordenado disparar contra el Hospital de la Policía. Y a pesar de ello, no hubo la rectificación solicitada en el proceso judicial.


Los directivos del diario propusieron que Correa escribiera la rectificación.


En la cadena CNN, al ser requerido, tres veces, por el entrevistador sobre las pruebas de su acusación, Palacio no las mostró, desvió la pregunta. Hace tres semanas, en rueda de prensa el mismo periodista anticipó que probaría sus acusaciones. ¿Y?


Por todo lo anterior, aquí cabe una reflexión colectiva: los medios de comunicación debemos poner por delante una responsabilidad pública que demanda hacer periodismo y solo periodismo, bajo sus leyes, normas y códigos deontológicos. Las expresiones, críticas y comentarios son legítimos, necesarios y válidos en democracia, siempre que no afecten la honra ni la dignidad de las personas.


El valor fundamental de este momento es RESPETO. Eso define la tolerancia en todos sus significados. Medios de prensa, autoridades, ciudadanos y periodistas necesitamos poner por delante el respeto como principio de convivencia. Eso no puede ser violentado por nadie. Por más periodista que se sea, la autoridad merece respeto. Y viceversa. Solo así se entienden los límites de cada uno y se pueden asumir las responsabilidades de cada quien en la democracia.


Diario El Universo afronta ahora una enorme responsabilidad, histórica y periodística: asumir la sentencia con el costo económico, laboral y profesional. Como ya dijo El Telégrafo: “Rectificar no es arrodillarse”. Y si hay el convencimiento de que las afirmaciones de Palacio tienen respaldo documental o testimonial hay que presentarlas.


Y, como si no fuera suficiente, ahora surgen “paladines” de la libertad de expresión. ¿Recordará, por ejemplo, el abogado Jaime Nebot, que él mandó a colocar la “Placa de la Infamia” contra diario HOY en 1986? ¿Se olvida él y todos los que ahora salen a defender la libertad de prensa que el gobierno de Nebot cerró un canal de propiedad de Andrés Carrión?


Saldemos cuentas con la verdad y con la historia. Que todos los medios empecemos por dar ejemplo de responsabilidad, ética y profesionalismo. Ese es nuestro gran y único reto para esta época.

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