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Obispo Eduardo Castillo, entre los más jóvenes del mundo.
El viernes será el acto de ordenación episcopal en Portoviejo
El 14 de marzo pasado, a pocos días de cumplir 42 años, el sacerdote guayaquileño Eduardo Castillo Pino recibió la noticia de su nombramiento como nuevo obispo del Ecuador.
El anuncio lo hizo el papa Benedicto XVI, el pasado 14 de marzo. Y el 9 de mayo, el padre Castillo viajó a Roma para agradecerle por su designación como obispo titular de Tarasa de Bizacena y auxiliar de Portoviejo (con jurisdicción en Manabí). Lo hizo en compañía del arzobispo de Portoviejo, monseñor Lorenzo Voltolini.
El viernes será la ceremonia de ordenación, a las 10:00, en la Catedral Metropolitana Jesús el Buen Pastor de Portoviejo. La presidirán el arzobispo Voltolini, el nuncio apostólico en Ecuador, monseñor Giacomo Guido Ottonello, y el arzobispo de Guayaquil y presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, monseñor Antonio Arregui Yarza.
Castillo es uno de los nueve obispos más jóvenes del mundo. Tiene 42, nació el 21 de marzo de 1970, y desde niño sonaba ordenarse sacerdote. Son sus padres Eduardo Castillo y Fanny Pino.
Según sus familiares, su vocación religiosa nació a los 11 años durante la peregrinación del cuadro auténtico de la Madre Dolorosa del colegio San Gabriel de Quito a la parroquia María Madre de Los Ceibos, a Guayaquil.
Desde niño estuvo cerca de la Iglesia. La educación secundaria la recibió en el colegio Javier de los jesuitas, en Guayaquil. Mientras que los estudios eclesiásticos en Roma, tanto en el Colegio Internacional Pontificio Sedes Sapientiae (1990-1994) como en la Pontificia Universidad della Santa Croce (1990-1994; 1996-2000), dirigida por el Opus Dei, por la cual obtuvo el título de doctor en Teología Dogmática. "No fue difícil adaptarme. Obtuve las mejores notas en mi promoción, por mi dedicación", comentó en su momento el nuevo obispo.
Se ordenó como sacerdote diocesano de Guayaquil el 20 de noviembre de 1994, durante la festividad de Cristo Rey. Gracias al ministerio sacerdotal ha recorrido Europa. Domina varios idiomas: italiano, inglés, francés, latín, griego y algo de alemán.
Una vez nombrado sacerdote desempeñó varios cargos. Empezó como secretario particular de monseñor Juan Larrea Holguín (tercer arzobispo de Guayaquil ya fallecido), durante dos años (1994-1996). Luego ocupó el cargo de vicario parroquial de la catedral de Guayaquil; director de estudios, formador y profesor de Teología Dogmática del Seminario Mayor de Guayaquil (2000-2008); tutor del Programa de Formación Permanente para Sacerdotes Jóvenes del Instituto Teológico Pastoral del Ecuador de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (2007); director y profesor de la Escuela de Teología para Laicos (2001-2008).
Antes de su actual designación se desempeñó como párroco y vicario episcopal de la provincia de Santa Elena (2008-2012). Actualmente se encuentra en Manabí para cumplir con su nueva misión.
El padre Castillo escogió como lema episcopal la frase Plantata iuxta rivos, tomada del versículo 3 del salmo 1, a la que el actual Papa se refirió en una homilía para consagraciones episcopales, al señalar que "el pastor no debe ser una caña que se doblega según sopla el viento, un siervo del espíritu del tiempo, sino –según la imagen del primer salmo– debe ser como un árbol que tiene raíces profundas en las cuales permanece firme y bien fundamentado".
Además de su vocación sacerdotal es aficionado a las letras. La lectura es su mejor manera para desestresarse, especialmente al escribir y leer en griego. Ha escrito varios libros, entre ellos 'La catedral de Guayaquil'.
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