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Los peces se esconden bajo las rocas. Lucía Aguavil sumerge las manos en el río para hallarlos
De pronto, siente un ligero movimiento. “Es una guaña grande”, grita la niña tsáchila. Sus familiares se acercan. Ella toma con fuerza al resbaladizo pez y lo deposita en una red. “Así pescamos nosotros, con las manos”, dice la tsáchila.
La técnica es enseñada a los turistas que visitan su comunidad: Los Naranjos. Está a 28 kilómetros de Santo Domingo, a un costado en la vía que conduce a Quevedo (Los Ríos).
Para llegar allá es necesario tomar el desvío que conduce a la parroquia Puerto Limón, en el kilómetro 7. Ahí hay un restaurante tsáchila que ofrece platillos como seco de pollo, guanta, pescado con verde y carne.
A 300 metros está el consultorio ancestral de Manuel Calazacón, donde se realizan limpias. De ahí hay que recorrer unos 20 kilómetros hasta Los Naranjos. La mitad de la arteria está asfaltada. El resto es empedrado y se requiere de un vehículo alto. En los costados hay plantaciones de café y plátano.
Con la hoja de esta última planta se prepara la guaña que se pesca en el río Peripa, que es el principal de la zona. Los tsáchilas la preparan frente al afluente. Los turistas pueden encender una fogata para asar los pescados en carbón, al rojo vivo. Lo acompañan con bala (verde molido y amasado) y chicha de maíz o yuca, también tradicional de la nacionalidad tsáchila.
“Se lo come fresco y con apenas una pizca de sal”, dice Rosa María Aguavil. Ellas es la más experimentada en el arte culinario. En la comunidad tiene una rústica cocina: dos bloques con varillas sobre el piso.
Sobre ellos coloca las ollas donde se cocina el verde. El arroz no es parte de la dieta de los tsáchilas.
Luego del almuerzo, los turistas tienen la oportunidad de conocer, en su centro cultural, las artesanías e instrumentos musicales de la nacionalidad.
Aprenden sobre sus tradiciones, costumbres y rituales. Alejandro Aguavil es el chamán y líder de las 50 familias.
Entre la selva tiene un consultorio con rocas y brebajes hechos con plantas y alcohol. Los sopla sobre los pacientes, mientras entona cánticos y plegarias. Lanza una bocanada de alcohol a dos velas encendidas y dice que la bola de fuego se llevará las malas energías.
Consejos
En la comunidad tsáchila Los Naranjos existe un área para acampar. Allí caben unas 30 carpas en donde los turistas pueden pasar la noche. El clima es tropical húmedo, por lo que se necesita una carpa que no permita filtrar el agua y no genere demasiado calor.
La carpa se debe armar sobre un terreno nivelado. Antes hay que retirar piedras, ramas y otros objetos duros. Si hay vegetación en los alrededores es conveniente formar una capa de hojas como colchón.
Las botas son necesarias para caminar por los senderos de la comunidad y sobre todo para pescar entre las rocas de los ríos cercanos. Se debe utilizar ropa cómoda y holgada, para las salidas por el campo de la zona de la comuna.
En la comunidad hay gran cantidad de zancudos pequeños . Se necesita repelente, especialmente cuando está cayendo la tarde. Para el sol del mediodía es necesario tener a mano un protector, gafas y gorra. También poncho de agua si es que visita el lugar en la época invernal.
Para las caminatas hay que utilizar una mochila que pueda cargarse en la espalda. Así se tendrá mayor equilibrio. Dentro deben llevarse jugos o agua ricos en vitaminas C y B; y una muda de ropa y frutas.
Los zapatos deben ser de goma. No use sandalias y botas que puedan producir fricción en los talones. Tampoco zapatos de lona porque se resbalan fácilmente en los senderos con polvo y capas de lodo.
Si lleva unos binoculares o un telescopio podrá observar, por la mañana, a las aves de la comunidad. En la noche, en cambio, las estrellas que adornan el firmamento, con un cielo totalmente despejado.
Para realizar ciclismo se necesita una bicicleta montañera. Los senderos son sinuosos y llenos de rocas grandes y puntiagudas.
Los costos
El ingreso a la comunidad Los Naranjos cuesta USD 4.
Incluye la salida a pescar, almuerzo y paseo por los senderos de la zona. Cuentan con una cabaña con literas para acoger a 20 personas por la noche. Se puede, por un valor adicional (USD 10), participar en un ritual.
Las lanzas de madera con hilos de colores son un símbolo de la cultura tsáchila. Ahora se las comercializa en sus centros culturales, al igual que los instrumentos musicales. Entre ellos la marimba y el tambor. También se comercializan utensilios para moler el verde y canastos y platos artesanales hechos con hojas.
La música tradicional de los tsáchilas y su danza se muestra por las noches a los visitantes, en una ceremonia de bienvenida. Los turistas pueden adquirir artesanías propias de la nacionalidad como collares, aretes, pulseras y telas de colores. También, pintarse el rostro y el cabello al igual que los indígenas de la zona.
Entre los platillos más demandados está el seco de guanta. Se lo encuentra entre USD 3 y 6 el plato, a lo largo de la vía que conduce a Los Naranjos. La guaña asada con verde molido cuesta USD 2. En la zona hay frutas como banano, sandía y papaya, que se pueden comprar a menor costo que en los mercados, según la época.
Fuente: EL COMERCIO*
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