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Quito, 22 sep (Andes).- “Soy el dirigente campesino manabita Jorge Andrade Medina, y este es mi viaje número 27 a Quito, desde San Ignacio, del cantón Portoviejo.
Junto con mis compañeros sólo venimos a pedir una cosa, simple y complicada a la vez: agua”.
Desde el 2009, Andrade y otros tres miembros de la organización Hermógenes Moreira han cubierto el trayecto costa-sierra para solicitar -sin mayores pistas sobre dónde comenzar- audiencia con alguna autoridad que les permita gestionar un proyecto de riego para San Ignacio.
El pedido no es una novedad ni un deseo fugaz, o una inquietud de último momento. Desde hace algunos años, en San Ignacio la sequía ha sido el enemigo más temido para sus 600 familias. Inclusive más que los cuatreros o la delincuencia común.
“La irresponsabilidad del hombre en Manabí ha llevado a este estado de sequía –dice Andrade- porque años de tala de árboles han partido la tierra”.
El problema de falta de agua se hace más fuerte cada año desde 1963, cuando una de las sequías más fuertes golpeó a la población de la provincia. Fue a partir de ese momento en que poblaciones como Quinindé o La Concordia, en Esmeraldas, crecieron con el influjo de gente que huyó “de la seca”.
Los miembros de Hermógenes Moreira (60 personas desde hace seis años) son las cabezas más visibles de una región que históricamente se ha destacado por su variedad agrícola. “Es increíble, aquí tenemos todo: desde maíz costeño hasta cacao, maní, limón, aguacate, sandía, pimiento, toronja, chirimoya, yuca, melón (…)”
Andrade y cuatro compañeros de la organización campesina arribaron a Quito por vigésima séptima vez el pasado viernes. “Me dije a mí mismo: hoy no regreso a Manabí sin algún tipo de contacto con la prensa, para contar lo que nos ha tocado hacer. No creo que es conveniente callarlo más”, dice.
La decisión de Andrade por buscar soluciones definitivas para San Ignacio se remonta al 2009, cuando 69 delegaciones de campesinos de América Latina se reunieron en el Ecuador. Rafael Correa estuvo en aquella ocasión y Andrade lo recuerda claramente. “Al presidente se le quebró la voz cuando dijo que no se ha invertido ni financiera ni socialmente en nuestros campos”.
Andrade acompañó al presidente Correa en aquella ocasión y en otras oportunidades, cuando hubo referendo para las reformas constitucionales en el 2007, en los días agitados de Montecristi y en la última Consulta Popular. “Íbamos a Montecristi constantemente porque creíamos en la nueva Constitución. Por mi lado, yo sigo y seguiré creyendo en Correa, pero algo debemos hacer al respecto”.
El proyecto que Andrade y los dirigentes campesinos proponen busca aprovechar de manera definitiva el agua que corre por todos lados, menos por San Ignacio y su zona de influencia.
“Solo pedimos agua mediante el bombeo a grandes reservorios. Creemos que se deben alimentar los acuíferos”. El desaprovechamiento sin discriminación que se realiza con el agua en Manabí y en la costa en general, es uno de los hechos que argumenta la asociación.
Jorge ha perdido la cuenta de las veces que se ha parado en las orillas del Río Guayas para ver el agua pasar, igual que lo ha hecho en lugares como La Esperanza, Poza Honda o Daule Peripa. De mil formas, el observa cómo el agua se va al Pacífico sin ser aprovechada por los campesinos.
Represitas de tierra, la recuperación de ojos de agua y la reforestación son otros componentes del proyecto de reservorios que tiene su propuesta. Andrade estima que se necesitan alrededor de 800 mil dólares para hacerlo arrancar. Y justifica el pedido con datos, con más sentido común que conocimientos financieros.
“Son 300 hectáreas potencialmente muy productivas. Si logramos obtener una rentabilidad de 500 dólares por hectárea, podemos generar 150 mil dólares por cosecha. Con tres cosechas al años, estamos saldados… y satisfechos por ayudar a la economía de la región”.
Andrade indica que el proyecto actualmente está en papel y que la lista de instancias y funcionarios con los que ha hecho contacto es interminable.
“He visitado ministerios, direcciones nacionales, subsecretarías…. Pasamos por la Secretaría de Gestión de Riesgos (SNGR), Magap, etc, pero los problemas persisten por factores burocráticos”. Cuenta que en Manabí están pasando los informes constantemente, pero que entidades como la SNGR interponen una falta de fondos para cooperar.
Comenta que han tenido acercamientos con asesores de la presidencia como Mario Latorre o Mario Mena, pero nunca surge nada concreto. Inclusive dice que el presidente Correa lo mandó expresamente a hablar con su asesor Jaime Sánchez. Agrega que ha tenido contactos con personas como el exministro de Agricultura Ramón Espinel, pero nada ha dado resultado.
“La tierra se nos está partiendo. Ahora nuestras vacas no dan leche, dan pena”, lamenta el agricultor. Los miembros de Hermógenes Moreira dicen que ven reformas importantes y prioritarias para el país como la que ocurre con la función judicial, que costará alrededor de 600 millones de dólares. Y ellos piden la misma atención. No una cifra de tal magnitud, sino solo atención gubernamental.
“Observamos cómo las autoridades solucionan el problema bananero rapidísimo y nosotros pensamos que somos igual de importantes que ese sector productivo. Damos trabajo a tenderos, carniceros, cargadores, transportistas… No hay como ignorar nuestra posición y pedido”.
La travesía número 27 de Andrade, quien se ha dedicado a la agricultura 45 años (ahora tiene 60), fue financiada con colaboraciones de la organización campesina. “De dólar en dólar hacemos el viaje”, dice la única mujer del Grupo, María González Suárez.
Acabada su estadía de 12 horas en Quito, Andrade y su grupo se preparan para regresar a su Manabí. “Seguramente nos tocará venir una o dos veces más. Si llegamos a 30 viajes sin resultados, no sabremos qué hacer”, concluye Jorge.
Por Óscar Maldonado / Agencia Andes
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