Pachakutik y el MPD plegaron a los insurrectos. Socialistas y Comunistas apoyaron a Correa. El Movimiento PAIS movilizó toda su militancia. Las organizaciones campesinas y de mujeres se mostraron activas y movilizadoras.
Agrupaciones como la FEUE, FRIM y facciones del Partido Comunista cerraron la Avenida Malecón Simón Bolívar durante la jornada de la sublevación. Foto: Francisco Ipanaqué | El Telégrafo
La situación se tornaba más crítica con el transcurso de las horas. El mediodía estaba próximo y no había pasado más de una hora de la agresión y posterior retención del presidente Rafael Correa en el Hospital de la Policía. Ante este escenario, los dispositivos de emergencia en PAIS se encendieron y la idea era clara: la única forma de mantener el régimen democrático y rescatar al Mandatario era en las calles.
Para retomar el control de la situación, los dirigentes de Alianza PAIS tomaron decisiones sobre la marcha. La primera -y la más importante- fue la de congregar a las bases en la capital de la República, defender el Palacio de Carondelet e ir hacia la casa de salud en donde ya, a esas alturas, el Presidente se encontraba retenido. La decisión se tomó cerca de las 15:00, tras varias consultas y la hizo oficial Ricaro Patiño desde el balcón de Carondelet.
Así empezaron las convocatorias ciudadanas a través de distintos medios, como celulares y por las redes sociales. Lógicamente, el llamado -aunque era general- tenía un mayor peso hacia las organizaciones de izquierda, afines al proceso político actual.
El respaldo que por un momento PAIS esperó tener se vio truncado. Y sobre todo, la dirigencia política se sorprendió cuando circuló por los correos de la Asamblea Nacional el llamado de Cléver Jiménez, como jefe de bloque de Pachakutik, para “exigir la salida” de Correa “al amparo del artículo 130 de la Constitución” y conformar un Frente Nacional.
El Movimiento Popular Democrático (MPD) y Pachakutik fueron el fiel reflejo de que el bloque de organizaciones políticas “progresistas” estuvieron divididas en aquella jornada y, es más, definieron sus posturas de respaldo o rechazo.
No ocurrió lo mismo con los partidos Socialista y Comunista: se plegaron a las concentraciones de la Plaza Grande y a la protesta alrededor del Hospital policial. Lo mismo hicieron organizaciones sociales y gremiales, filiales y no de los dos partidos, como la Fenocin, la FEI, Seguro Social Campesino, la FEUE de Quito, los trabajadores eléctricos y los frentes de mujeres de distintas vertientes. Todas, en sus páginas web, llamaban a defender a Correa.
Mientras que el presidente Correa sufría las primeras agresiones en el Hospital de la Policía, en Quito, los asambleístas del MPD se encontraban en la sede del Legislativo apoyando la sublevación de la escolta legislativa y, horas más tarde, sumándose al pedido de Enrique Herrería -en ese tiempo legislador del Partido Social Cristiano- amnistía para los policías insurrectos.
Mientras que en Guayaquil dirigentes de la Unión Nacional de Educadores (UNE), muchos de ellos alguna vez fueron miembros del MPD, arengaban a los sublevados en el Cuartel Modelo.
Mariana Pallasco, presidenta de la UNE, recordó que en aquella jornada “las bases del movimiento estuvimos de acuerdo con las exigencias de los miembros de las Fuerzas Armadas, porque con la Ley de Servicio Público se les estaba quitando conquistas laborales”. La dirigente gremial -que el pasado 30 de septiembre fungía de secretaria de la presidencia del organismo- indicó que la postura inicial de la UNE fue la de respaldar el rechazo de los gendarmes, pero que debido a peticiones de los propios huelguistas no se quedaron en las calles.
A la negativa del respaldo de un supuesto movimiento de izquierda, como el MPD, el régimen tuvo que soportar las arremetidas de otras agrupaciones, como la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) y el Frente Revolucionario de Izquierda Universitario (FRIU) quienes sí salieron a las calles del puerto principal.
Pachakutik sentenció su futuro con el Gobierno
El divorcio entre el Ejecutivo y la cúpula de la mayor agrupación indígena del país, la Conaie, no era un tema nuevo. Pugnas por normativas como la de Recursos Hídricos y de minería, demandas en contra de dirigentes de la agrupación habían desgastado una relación que, al principio del Gobierno, se veía cohesionada. Pero el día de la sublevación, la agrupación indígena dejó claro que su rechazo al régimen se mantendrá aunque el contexto sea un riesgo para la democracia.
Y se habla de inestabilidad política al basarse en la actuación de dos de sus legisladores al interior de la Asamblea.
Versiones como la de la asambleísta María Augusta Calle confirman que Kléver Jiménez y Lourdes Tibán incitaron a que desde políticos y policías llevarán a cabo el derrocamiento del Gobierno.
“Circuló un correo electrónico del asambleísta Kléver Jiménez en el que pidió la renuncia del Jefe de Estado. A las 12:00 del mismo día, circuló otro correo de la asambleísta Lourdes Tibán incitando a las tropas a derrocar al Presidente”, afirmó Calle.
En el transcurso de los días se identificaba a los insurrectos en la escolta legislativa y se registró que Mario Tibán, hermano de la asambleísta de Pachakutik, fue uno de los principales incitadores.
Inmediatamente la dirigencia indígena cerró filas y recrudeció sus críticas al Gobierno al asegurar que el 30 de septiembre no hubo intento de golpe de Estado y que Correa podría ser llevado a cortes internacionales por supuestos “crímenes de lesa humanidad”.
Ruptura de los 25 rechaza actos del 30-S a pesar de diferencias
Entre las agrupaciones que se autocalifican como progresistas que participaron en las acciones, junto con el régimen, estuvieron el colectivo Ruptura de los 25.
Meses después, Ruptura de los 25 se desligó del oficialismo por su oposición a la convocatoria de la consulta popular. No obstante, una de sus principales figuras, María Paula Romo, en reiteradas ocasiones ha sentenciado que durante esa jornada hubo un intento de golpe de Estado. Incluso, en el Informe a la Nación de Correa el pasado 10 de agosto, Romo -vía Twitter- concordó con el gobernante cuando él rechazó la intentona golpista durante su discurso.
Fuente: el telégrafo*
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