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Fotografía cedida hoy, muestra una mantarraya gigante en las aguas de la Isla de la Plata-Manabí (Ecuador).
Atraídas por la abundancia de alimento o la necesidad de reproducirse, miles de mantarrayas gigantes acuden por algunos meses a una pequeña área de la costa de Ecuador, según acaban de descubrir los biólogos, que la consideran la mayor concentración de este animal en el mundo.
Pese a ser uno de los peces más grandes, al alcanzar los ocho metros de envergadura, las mantarrayas gigantes (cuyo nombre científico es manta birostris) son uno de los habitantes más misteriosos del océano, pues hasta hace pocos años se desconocía incluso que estaban amenazados con desaparecer.
Tanto es así que había pasado inadvertida su aglomeración entre junio y octubre alrededor de la ecuatoriana Isla de la Plata, en el Parque Nacional de Machalilla.
En ese período recorren las aguas con sus cuerpos achatados, por los que reciben el nombre de mantas, se alimentan de plancton e incluso saltan fuera del océano, aparentemente como una forma de comunicación cuyo significado aun no está claro.
Poseen el cerebro del tamaño de un puño, el mayor de entre los peces en relación a su cuerpo, debido probablemente a su gran sociabilidad, según los biólogos.
Los miembros del Proyecto Mantas Ecuador comenzaron a fotografiarlas en 2009 y desde entonces han identificado a unos 550 individuos, sin que se haya repetido ninguno de un año a otro, según el biólogo marino Michel Guerrero.
"Estamos hablando de que miles y miles de mantas viven en esa región específica. Creo que no se encuentran los mismos individuos porque la población es tan grande", explicó a Efe Andrea Marshall, la presidenta de la Asociación Marina de Megafauna, quien vive en una playa de Mozambique.
Considerada la mayor experta mundial en esos animales tras diez años de estudio, la bióloga estadounidense determinó en 2009 que existen dos especies distintas de mantarrayas, la manta gigante, que es migratoria, y la manta alfredi, que vive siempre en los mismos arrecifes.
Ella sospecha que existe una tercera especie en el Caribe, que aún no ha bautizado. En todo caso, tras el reciente descubrimiento, para Marshall "Ecuador representa el futuro para la investigación de esta especie", que es muy dócil e inofensiva.
Guerrero cree que los animales llegan a la zona a alimentarse, pues en esa época entra la corriente fría de Humboldt cargada de nutrientes, mientras que Marshall sugiere que también podrían congregarse para su reproducción.
Su reunión anual tiene el potencial de convertirse en un imán turístico, según Guerrero, cuya explicación de lo que se siente al bucear con ellas deja claro el porqué.
"Es como ver a aves gigantes que se mueven en armonía y paz, y lo más increíble son los ojos, proyectan algo, una sensación indescriptible", dijo el biólogo del proyecto Mantas Ecuador, que cuenta con apoyo de la embajada británica.
Estos animales gigantes a veces se acercan a observar a los buzos, nadan a su alrededor e incluso se colocan sobre ellos para sentir las burbujas "y hacen movimientos como si se estuvieran masajeando", explicó Guerrero.
Pero el buceo incontrolado puede convertirse "en una amenaza letal" para ellas, alertó Marshall, además de perjudicar al Parque de Machalilla, donde existe la mayor colonia de corales de la costa ecuatoriana.
Los ejemplos de Egipto y el Caribe, donde el turismo ha dañado el ecosistema marino, demuestran que es preciso que el Gobierno regule la entrada a esa zona, en su opinión.
Además, las mantarrayas gigantes son pescadas en Sri Lanka, Indonesia, el Este de África y Perú para abastecer a China, donde los arcos branquiales se usan en medicina tradicional, según Marshall.
Ese mercado asciende a unos 11 millones de dólares al año, mientras que el turismo que atraen genera unos 100 millones, según la bióloga, por lo que "valen mucho más vivas", concluyó.
Asimismo, las artes de pesca a veces se enredan en su cuerpo y las pueden matar, según Guerrero, quien señaló que en Ecuador han retirado 25 líneas con anzuelos que colgaban de ellas.
El país andino prohibió su pesca en 2010 y ha impulsado su protección a nivel mundial. Aun así, a Guerrero le preocupa que las mantas con las que él nada unos meses al año no logren regresar de aguas extranjeras a su refugio ecuatoriano.
EFE
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