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La iniciación sexual de los jóvenes debe ser un hecho digno de recordar. Para ello es necesaria la orientación de los padres de familia y de personas especializadas
¡Perro mundo! Sin gazmoñerías cursis y generalmente farisaicas, ¿no cree usted estimada lectora: madre, hija; estimado lector: padre, hijo, que las cosas no pueden seguir como están, cuando un reciente estudio sobre los patrones culturales en la educación para la sexualidad de niñas, niños y adolescentes, realizado recientemente en Guayas, Santa Elena, Bolívar y Manabí, revela que un 30% de esas adolescentes cree que su primera relación sexual será mediante violencia y abuso sexual?
La investigación, elaborada por Plan Internacional, fue presentada recientemente en la sede quiteña de la Flacso y la responsable de la misma, Magdalena Mayorga, explicó que incluyó 500 personas, contando, además del grupo investigado, a padres de familia, profesores y autoridades de siete cantones.
Mayorga, según reseña diario El Comercio, enfatizó que solo el 21% de la población reconoce como delito la relación entre un adulto y una menor de edad, y el 53% la ve aceptable "si el hombre quiere casarse".
Maestros presentes aceptaron la necesidad de "recibir capacitación para romper tabúes" y se expresó preocupación por el contagio con el VIH, derivado de falta de información. El representante de una ONG acotó que "patrones culturales como el machismo hacen que los jóvenes vivan su sexualidad de forma clandestina".
Sobre la opinión de los padres de familia no se dice nada en las notas periodísticas, pero queda claro que existe una ruptura en la relación padres hijos, respecto al tratamiento de estos temas, de modo que en el ámbito familiar se produce un vacío de información o se la distorsiona o es motivo de tensiones con los jóvenes, al pretender imponer valores que han cambiado.
Tratar con los hijos, en ocasión de su menarquía o la aparición de vello púbico -que con seguridad no serán hechos a ocultar por parte de los jóvenes-, sobre el inicio de las relaciones sexuales y la diversa intimidad de las mismas, puede, precisamente, ser la oportunidad para abrir un diálogo que supere los contenidos que lo hacen difícil de enfrentar, e incluso, manejado con habilidad, oportunidad igualmente para devolver a la sexualidad el respeto y la humanización que está requiriendo, siendo que cada vez es concebido "como un acto meramente recreativo, con unos riesgos que hay que tratar de evitar".
El tema, insistimos en destacarlo, tiene complejidades que obligan a enfrentarlo con especial seriedad. Una, sustantiva, es la derivada de la diversidad de percepciones, producto a su vez de la diversidad de las situaciones socioeconómicas que derivan en socioculturales.
Como continuar haciendo solamente comentarios sobre el asunto no es el propósito de esta serie sobre la sexualidad humana, en la presente ocasión le cedemos la palabra a los adolescentes y a los funcionarios encargados del tema, tal cual Susana Guijarro, líder del Área de Salud de los Adolescentes del Ministerio de Salud.
Lo cierto, en definitiva, es que cualquier estudio sobre el tema, si no se avanza con decisión y haciendo uso responsable de la libertad, seguirá revelando que los ecuatorianos aún somos víctimas de la ausencia de una cultura de salud, en general, y de salud sexual, en particular.
Fuente: EXPRESO*
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