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En el noroeste de Guayaquil. En ese sector periférico de la urbe fue hallado un saco en cuyo interior fueron encontrados restos humanos.
Una cinta plástica amarilla alrededor de un poste de alumbrado público es la única evidencia que queda en un sector en el noroeste de Guayaquil, donde se hallaron las partes de un cuerpo humano.
Las extremidades fueron encontradas por moradores del vecindario, un conjunto de viviendas populares levantadas en fila en la base de un pequeño cerro. Las partes humanas estaban dentro de una funda de basura. “Al principio parecía que habían dejado a un animal muerto en la funda, porque emanaba un fuerte hedor. Cuando unos muchachos la abrieron se encontraron con las extremidades”, relata la ocupante de una vivienda aledaña al botadero de basura.
Ese hallazgo se produjo la mañana del pasado lunes 19 de diciembre. Ese mismo día, aproximadamente a las 19:00, los habitantes de un sector cercano descubrieron otras partes humanas en una funda de basura. En este caso, la víctima fue identificada inmediatamente. Se trataba de un joven de 17 años, el adolescente fue reconocido por su madre debido a un tatuaje en uno de sus brazos. La progenitora contó que su hijo se dedicaba a vender ropa en el centro de la ciudad.
12 días después, un hecho similar alarmó a los vecinos de la etapa II de Bastión Popular, un populoso sector urbano marginal también en el norte de la urbe.
Era la mañana del pasado 31 de diciembre, cuando la Policía acudió a esa zona periférica por la denuncia de moradores del hallazgo de partes humanas en un saco de yute viejo.
Los vecinos del lugar relataron a los policías que encontraron las extremidades seccionadas en un botadero de basura.
Un día después, los habitantes de la Cooperativa Paraíso de la Flor alertaron a la Policía sobre el descubrimiento de otro saco con restos humanos en su interior. Según los moradores, desconocidos fueron vistos un día antes arrojando un saco desde un vehículo.
El análisis forense determinó que esas partes humanas, en estos casos, correspondían a la misma persona, un hombre cuya identidad hasta ayer se desconocía.
El forense Juan Montenegro, director de Medicina Legal de la Policía Judicial del Guayas, indicó que en los dos últimos hallazgos se contaron 14 segmentos de extremidades superiores e inferiores. “La víctima fue desmembrada post mórtem (luego de muerta)”, dijo el especialista.
Las extremidades superiores de la víctima registraban una serie de tatuajes, entre letras y signos.
El estudio forense también concluyó que el cuerpo hallado en dos sacos entre el 31 de diciembre y el 1 de enero fue seccionado por una herramienta eléctrica. “Podría tratarse de una sierra eléctrica, por las características de los cortes”, manifestó Montenegro.
El forense sostuvo que se utilizó el mismo tipo de herramienta con el cuerpo hallado la mañana del 19 de diciembre en la ciudadela Nueva Prosperina”.
“En la forma de los cortes y en las separaciones de las extremidades hay similitud entre todos estos hallazgos”, aseveró.
“La división de los cuerpos en segmentos es una práctica recurrente para deshacerse de la evidencia”, manifiesta un perito criminalístico de la Policía Judicial del Guayas. Sin embargo, hay formas de determinar la identidad de la víctima; por sus huellas dactilares por ejemplo, añadió.
El jefe de la Policía Judicial del Guayas, Marcelo Tobar, descartó -de momento- que estos asesinatos guarden relación con casos de ajustes de cuentas entre bandas delictivas o de narcotráfico.
“Las investigaciones están abiertas. Tenemos la sospecha de que se trata de una misma persona la que perpetró estos asesinatos. Se utilizó la misma herramienta o una herramienta parecida, porque existen las mismas características respecto de las huellas dejadas en piel, músculos y huesos. Estamos tratando de investigar los móviles”, indicó el oficial ayer en una reunión del Consejo de Seguridad de Guayaquil.
“Detrás de este tipo de hechos hay una mente psicópata, de una persona que tiene conciencia plena de lo que hace, pero que así mismo no tiene conciencia de culpa”, señaló la psicóloga clínica Anabel Arévalo, especialista en violencia de género.
Según la experta, en términos penales se debe diferenciar entre un psicópata y una persona que padece psicosis. “En este último caso, la persona no tiene voluntad de lo que hace y, por tanto, en términos legales no es imputable penalmente”, explicó.
Arévalo dijo que los crímenes donde se registran descuartizamientos son ejecutados por personas que utilizan esa forma de asesinar como parte de rituales. “Es el sentido de la perversidad del psicópata, de dejar huellas, de demostrar a los demás, al resto, el grado de ensañamiento con su víctima”, indicó.
Fuente: EL COMERCIO*
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