QUITO. Un recluso fue llevado para investigaciones a las instalaciones de la Policía Judicial.
Cerca de las 16:50 de ayer, la normalidad del pabellón A, de máxima seguridad, del penal García Moreno se vio interrumpida cuando se dio la voz de que el interno César Flores, supuesto líder de la banda de sicarios que mató al empresario quiteño Francisco Espinosa, fue asesinado de tres puñaladas en su celda.
La alerta movilizó a los guías penitenciarios del complejo carcelario e interrumpió una jornada de visitas a los reclusos que estaba a poco de concluir.
Al lugar ingresaron varios grupos élite de la Policía, mientras en los exteriores una mujer joven llamada Melisa lloraba descontrolada. “Él (Flores) era mi vida, era todo para mí. Adentro de la cárcel lo mataron, lo mataron, mamá”, decía la chica mientras hablaba por celular.
A las 18:15, el cadáver de César Flores era sacado del penal hacia el carro frío de la morgue envuelto en una sabana azul.
En el interior de la cárcel los reos hablaban de que por la cabeza de Flores se ofrecía $ 150 mil. “Creo que el hombre (Flores) sabía algo que no querían que cuente. Parece que el tipo que le mató le tapó la boca y le clavó tres veces el cuchillo en el pecho”, comentó un interno.
Dos semanas antes de este asesinato, agentes de la Unidad de Lucha Contra el Crimen Organizado (ULCO) desarmaron un plan para sacar del penal a Flores. Tres viviendas fueron allanadas y se encontró gran cantidad de copias de uniformes policiales y armamento de grueso calibre que iba a ser utilizado en el asalto.
Seis guías penitenciarios y dos internos fueron llevados hasta la Policía Judicial para investigaciones.
Fuente: EL UNIVERSO*
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