sábado, 27 de agosto de 2011

La confrontación no nos lleva a ninguna parte

***SNN





El vicepresidente nos recibe en su despacho. Durante dos horas de charla intercaló chistes y bromeó con su asesor, Andrés Michelena. Lo llama pana.

Otro ingrediente irremediable: las golosinas. Para endulzar la vida.


Entrevista

El presidente evocó el 10 de agosto la posibilidad de una concertación. ¿A quién incluye usted en ese pedido?

A cada uno de los autores, incluido el presidente de la República. Ese es el propósito de una concertación, porque la confrontación definitivamente no lleva a ninguna parte. Uno puede confrontar durante un día, durante unos meses –eso ya es exagerado– pero pasar confrontando toda la vida no se puede hacer.


¿Qué propone usted?

Tenemos un conflicto que se ha generado, que como Gobierno no hubiéramos querido tener, y los medios de comunicación tampoco, porque estorba y no ayuda. Ese asunto debe quedar cerrado lo más pronto posible y estoy seguro de que va a tener un desenlace de generosidad humana. Pienso que va a ser necesario que lo sea de parte de todos. El presidente fue generoso cuando brindó a Emilio Palacio la posibilidad de disculparse. Hay que respetar el criterio de la otra persona. Si alguien piensa que lo he ofendido, aunque esa no hubiese sido mi intención, amerita una disculpa.


Si de por medio hay una acción judicial, con pedido de cárcel y altísima indemnización, se podría entender que el gesto que usted reclama debería haber sido mutuo.

El presidente sintió que se le estaba haciendo una acusación grave y, revisando bien el asunto, definitivamente lo es. No se puede acusar -insinuar siquiera- que una persona es un criminal de lesa humanidad.

Soy 10 años más viejo que el presidente y eso me hace de un temperamento diferente. Pero es hora de que seamos tolerantes de lado y lado y manifestemos amabilidad de lado y lado.


El presidente evocó la posibilidad de una concertación, pero no la desarrolló. ¿Cómo se puede concretar?

El presidente me pidió que hiciese un programa de rescate de la amabilidad. En principio estaba destinado a los empleados públicos en beneficio de los usuarios porque ahí tenemos un pasivo grande. Le manifesté que ese es un espacio que hay que ampliar y debe abarcar desde el mandatario hasta el último de los ciudadanos. Todos debemos embarcarnos en este proceso.


¿Qué respuesta le dio?

El presidente estuvo completamente de acuerdo.


¿Cree que el presidente incluía la coyuntura, es decir entender que el país ya no está para ese tipo de broncas?

Sí, pero por favor que quede clara una cosa importantísima: el honor, la honra de un presidente no es distinta a la honra de cualquiera de los ciudadanos.


De todas forma sí debemos avanzar a una sociedad bastante más tolerante. En más de una ocasión se manifiesta que el presidente utiliza epítetos fuertes con respecto a sus adversarios. Es una opinión parcializada porque también los epítetos y adjetivos que se utilizan con respecto al presidente son bastante duros. Es un asunto de doble vía.


¿Cuál es la tarea, si cabe el término, que tiene usted en este momento?

Alguien tiene que dar el primer paso: esa es la idea.


Se entiende que entre más alto se está en la jerarquía, mayor es la responsabilidad y la capacidad de entendimiento.


Creo que esto va a tener un desenlace positivo en varios aspectos. En primer lugar, habrá generosidad de parte y parte. Y en segundo lugar quedará sentado que hay límites que el periodismo no puede rebasar. Ojalá que salga una Ley de Comunicación buena como para dar esa impresión de frescura que da la libertad y, al mismo tiempo, la frescura que da el hecho de saberse protegidos.


¿En qué basa el optimismo de que esto va a terminar bien?
¿A cuánto quieres ir?

Siempre apuesto a la tolerancia, a la amabilidad, a la disculpa, al perdón. Creo que hemos propiciado en nuestros niños y jóvenes poca cultura de tolerancia y perdón y excesiva cultura de imponer criterios y vengarse. Creemos que los protegemos haciéndolos agresivos, y no es así. Si lográramos ganar en ese ámbito algún espacio con una campaña, habremos ganado bastante.


Una campaña, para ser creíble, tiene que basarse en acciones concretas. ¿Se van a dar?

No hay razón para creer lo contrario.


Pero desde hace cuatro años en el país se sabe que ciertas actitudes presidenciales no llevarían a nada positivo.


El presidente es una persona que tiene valores éticos bastante altos y en esta querella lo que está tratando es dejar un precedente que beneficie a todos los ciudadanos en el futuro: que el periodismo sepa que no tiene patente de corso, que sepa que hay límites y que los ciudadanos sepan que están protegidos.


¿Y la lección para el Gobierno?

Al mismo tiempo la defensa de los derechos y la honra de los ciudadanos, debe quedar bien claro que los gobernantes tienen que ser excesivamente tolerantes, estirar incluso lo más que se pueda el elástico para que en la sociedad se respire un ambiente de frescura que es el que proporciona la libertad de expresión.


Esa libertad no es decir lo que le da la gana. Es decir lo que se debe y, a veces, decirlo con dureza. Ese no es el problema. Los mandatarios tienen que ser lo suficientemente cautos y tolerantes como para aceptar la dureza con que a veces habla la prensa. Eso ha pasado y hemos recibido quejas muy duras. Pero cuando se personaliza una acusación grave, tiene que ser demostrada o responder por ello.


¿A qué tendría que conllevar este proceso en el cual ojalá se esclarezcan los roles?, porque las diferencias entre poder y periodismo estarán ahí siempre.

A veces uno no percibe lo suficientemente claro el rato en que los procesos están produciendo grandes transformaciones. Por ejemplo nadie hubiera imaginado la caída del Muro y las consecuencias que iba a traer.


Creo que el ser humano está adoptando un nuevo concepto de evolución. Hay signos de nuevos tiempos que van a empezar a manifestarse de forma clara. Pues bien: el concepto de evolución con el cual estamos avanzando no va a ninguna parte. Estamos enseñando a nuestros hijos a ser confrontadores, a ser vengativos e impositivos.


¿Qué proceso interno en el Gobierno le hace pensar que pudiera desembocar en el concepto de evolución al cual alude?

Que el presidente reclame un comportamiento más ético por parte de algunos generadores de opinión. Que el público quiera mayores niveles de tolerancia por parte del Gobierno. Que los medios de comunicación reclamen también más tolerancia hacia su forma de expresar sus criterios. Que haya gente del público que se siente lesionada por un programa que sabe que está afectando el espíritu y el desarrollo psicológico de sus hijos. Son señales que van a dar como consecuencia un cambio de actitud por parte de todos.


¿Ha hablado usted con el presidente de este tema?

Sí.


¿Y cree que él, en lo personal, también acusa recibo del hartazgo a la confrontación que se lee en sus declaraciones?


No puedo hablar por el presidente de la República, pero en el sentir particular a nadie le gusta vivir conflictuando.


Si el presidente da un paso en la dirección que usted espera, e incita a otros a hacer lo mismo, ¿ve ambiente para plantear acuerdos nacionales sobre políticas comunes a todos, como la seguridad y el empleo?


Desde el comienzo manifesté que hay una tarea pendiente: hacer un alto a la confrontación, reunirnos, ponernos de acuerdo en grandes objetivos nacionales y después continuar si se quiere con la confrontación política.


¿Qué puntos ve en ese acuerdo?


Debemos definir qué tipo de educación queremos para nuestros hijos. Las obras básicas prioritarias. ¿Qué es lo más importante? ¿Hacer carreteras grandes o de segundo orden que no tienen la vistosidad pero dan más utilidad a los campesinos para sacar sus productos? En economía, se habla de que se viene una crisis. Veamos una política nacional frente a la crisis.


¿El acuerdo pasa por la Asamblea, por la sociedad? ¿En qué mecanismos y en qué representantes está pensando?


Por la sociedad.


¿Cómo se viabilizaría?


Los medios de comunicación pueden ser excelentes aliados en esa circunstancia. Hacer un llamado a grandes acuerdos nacionales. Indicar que el vicepresidente propone que hagamos un detente en la confrontación. Porque si esta prima, si es el espectáculo de posicionarme políticamente lo que prima, no vamos a ninguna parte.


¿Hará usted la convocatoria?

Un acuerdo debe ser el que permita la convocatoria. Que nos reunamos actores políticos, económicos, sociales, culturales, deportivos y que hagamos la convocatoria. Para que no se personalice, para que no sea emotivo el asunto sino racional, razonado. La prensa debe poner lo suyo. Debe también poner lo bueno que tiene el Gobierno y llamar a que el presidente se comporte de igual manera.


Un acuerdo así no se puede hacer socapando parte de la labor esencial de los medios.

El acuerdo tiene que comenzar con generosidad. Si te distancias de tu esposa y empiezas el acercamiento, sabes que hay verdades que podrían decirse en la cara. Pero decir la verdad en esa etapa es la peor receta. No estoy haciendo un llamado a una pureza angelical sino a bajar el tono. Tal vez esa sea la mejor fórmula: bajar el tono.


Cualquiera que se siente con usted va a preguntar: ¿está el presidente en el juego o solo usted?

He hablado con el presidente para proponerle que sea él quien dé el primer paso. Y en este momento te estoy proponiendo que sean ustedes. Con quien me siento propongo que sea el que dé el primer paso.


Usted no se puede comprometer por el presidente.

No.


Entonces, ¿con qué garantía arranca su propuesta?

Por eso es importante la reunión en la cual digamos cómo nos vamos a comportar los actores políticos, porque además tenemos una ciudadanía ante la cual responder.


El Gobierno ha hecho de la confrontación una estrategia exitosa en las urnas. ¿Es hora entonces de que eso cambie?

Por lo menos cambiemos los temas de confrontación.


¿La comprobación a la cual llegó es sólo suya o es parte de la reflexión política del Gobierno?

Ya debe estar en el pensamiento de todos, incluido el presidente. Nos toca cambiar nuestro concepto de evolución.


El Gobierno y el propio presidente han dicho que una cosa son las políticas públicas y otras su carácter y su estilo. Y que no hay cómo cambiar.


No lo digo por el presidente sino por cualquier persona. A guisa de que este es mi estilo o de que este es mi carácter, uno no puede, bajo ninguna circunstancia, violar ciertas normas básicas del comportamiento social.


En más de una ocasión encontramos en una fiesta a alguno que se pega la borrachera y empieza a maltratar a la gente o a romper platos y luego dice: "Así soy yo, no pretendan que cambie".


¿Cómo? ¡Si lo único que tiene que hacer es cambiar!

¿Cómo podríamos decir que Emilio Palacio, en el estilo lesionador que planteó, no tiene que cambiar? Y si el presidente tiene aspectos, dentro de su estilo, que son lesionadores, tiene que cambiar. Todos tenemos que cambiar.


Tampoco podemos etiquetar a la gente como buena o mala, por una actitud. Eso es injusto. Tenemos que ser bastante más respetuosos con la gente. No podemos maltratarnos así.


¿Cuándo hará este llamado?

Acabo de comenzar contigo. Que la historia nos reconozca que fuimos los primeros (ríe con aliento cantagioso). Yo, como ya me retiro de este asunto (¡pondrás que ya no voy a ser candidato!) quiero pensar que en la vida postpolítica que voy a tener, veré actitudes más positivas por parte de todos.


No se entiende, y perdone la reiteración, en qué basa su optimismo de que este capítulo de confrontación terminará bien.

Se están planteando cosas profundas. Cierto sector de la prensa reclama instancias de libertad de expresión. El presidente reclama la defensa de la honra de los ciudadanos.


Pero al margen de su vocación humanista, la pregunta está dirigida al político que es vicepresidente de la República.

Soy optimista porque están en carpeta cuestiones fundamentales para la democracia. La libertad de opinión y libertad de expresión. La defensa de la honra y la dignidad de la gente.


¿Cómo puede no tener un desencadenamiento positivo un planteamiento tan sólido como ese? Esto, independientemente de las formas desagradables que tiene, por ejemplo, la confrontación entre abogados.


Pero de por medio hay actitudes y actores. Y usted está al lado del actor principal. ¿Entonces, por qué es tan optimista?

Porque sé el ser humano extraordinario que es. Que muchas veces, en su forma, se presenta como una persona excesivamente confrontadora.


¿Dice usted que va a cambiar?

Todos nos cansamos de la confrontación. El enfrentamiento de egos hace daño. ¿A cuánto quieres ir que el desencadenamiento de esto será positivo?


¿Ha recibido en ese sentido alguna señal de aquí al lado?

Tú eres suficientemente profesional como para saber que si la hubiera recibido, no lo diría en este momento.


José Hernández - EXPRESO*




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