jueves, 18 de agosto de 2011

Innovaciones agrícolas

***SNN




El INIAP desde 1959 desarrolla semillas certificadas en siete estaciones experimentales. Con ello mejora la producción y se desacelera la migración.


Mientras sus vecinos migraban debido a las malas cosechas, Arturo Ortega continuó en la agricultura en Lluzhapa, una parroquia a dos horas del lojano cantón Saraguro. “Es lo que me enseñaron mis padres”, afirma Ortega, quien es solo uno de los 2.000 beneficiarios de la entrega de semillas certificadas y de capacitación del Instituto Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (INIAP).


La asesoría en la producción le ha permitido triplicar sus cosechas de trigo, cebada, avena, arveja y papas, cultivos propios de la zona interandina.


El trabajo científico y casi silencioso también está dando frutos en otras regiones: en las estaciones experimentales del INIAP se ha ensayado con 12 clones de cacao fino de aroma. Los objetivos son mejorar su sabor, alcanzar la más alta productividad y crear resistencias a enfermedades como “la escoba de la bruja” que afecta principalmente a los brotes vegetativos y a los frutos jóvenes. Así, semillas clonadas como la CCN-51 dieron excelentes resultados a los cacaotales de la Costa y ya han germinado eficientemente en la Amazonia y hasta en Centroamérica.


Y van más allá. Los científicos investigan usos alternativos a los productos agropecuarios: por ejemplo con chochos se empiezan a elaborar galletas, carne vegetal y hasta queso untable. Y de la cabuya, mediante fertilización in vitro, se obtiene una fibra natural que se utiliza para artesanías y para la fabricación de sacos especiales usados para la exportación de café y cacao. Todo esto con un programa anual de inversiones que apenas sobrepasa los 3,5 millones de dólares.


El granero lojano
El INIAP se creó en 1959, durante el gobierno de Camilo Ponce Enríquez, con el objetivo de solucionar los problemas que afectaban a la producción de un país entonces eminentemente agrícola, cuyo comercio exterior dependía del banano, café y cacao.


Lo que hoy ocurre en Saraguro es consecuencia de un trabajo sostenido durante más de tres lustros. Históricamente el poder del pueblo saraguro estuvo en las bondades de su tierra, uno de los sectores más fértiles del paisaje lojano. No en vano al cantón Saraguro se lo ha conocido como granero de esa provincia.


Pero Loja también ha sido víctima de prolongadas sequías que la pusieron a la cabeza de la migración interna a Santo Domingo de los Colorados por su potencial agrícola y a Sucumbíos por el boom petrolero. Posteriormente fue a Estados Unidos y España. Con estos antecedentes nació el proyecto Cereales Saraguro en 1995, teniendo como base a la Estación Experimental del Austro.


En la zona aún recuerdan a don Abel Gualán, ya fallecido, como el primer agricultor que utilizó las semillas mejoradas de trigo y cebada. Al año el rendimiento por hectárea no solo que se triplicó, sino que redujo el gasto en agroquímicos. Entonces el efecto multiplicador no se hizo esperar: tres años después, para 1998, ya participaban 487 familias del proyecto y la migración se detuvo.


“El ingreso promedio de las familias participantes se elevó de 1,20 a tres dólares al día al adoptar las variedades y prácticas agronómicas mejoradas”, recuerda Jorge Coronel, técnico del INIAP.


Pero una golondrina no hace verano y Saraguro sigue siendo el cantón que registra uno de los mayores índices de pobreza por necesidades básicas insatisfechas en el sur del país. Según la Agenda Zonal de la Secretaría Nacional de Planificación (Senplades) de 2010, nueve de cada 10 personas son pobres en esta localidad lojana de más de 28 mil habitantes.


En 2008 finalizó el proyecto con 3.048 familias participantes y 600 mil dólares invertidos, incluidos los aportes del INIA de España y CIDA de Canadá. Ahora, el INIAP fomenta tres proyectos adicionales: el cultivo de trigo, el manejo del capital natural como mecanismo de adaptación del cambio climático y la protección de las cuencas hídricas.


Técnicas y desafíos
Las cifras de pobreza revelan también que no ha sido fácil convencer a los agricultores de las bondades de las nuevas semillas. Por ello el siguiente paso es unir esfuerzos para que el Municipio de Saraguro se convierta en el vínculo con la comunidad a través de su proyecto Mi predio, que consiste en la elaboración de un croquis en que se establecen áreas para cada tipo de cultivo.


La norma del INIAP es que las semillas que entrega son gratuitas y, para recibirlas, los beneficiarios deben sembrarlas a través de mingas en terrenos comunitarios. Así, a través del Programa Nacional de la Papa, por ejemplo, los campesinos siembran la llamada Fripapa, una variedad resistente a las plagas y que ofrecen como resultado tubérculos más sanos y uniformes. De la cosecha se obtienen más semillas que son repartidas a los líderes, quienes a su vez repiten el procedimiento para multiplicarlas entre más agricultores.


En las siete estaciones experimentales, ubicadas en varias zonas del país, el trabajo no desmaya. La etapa de buscarle valor agregado a los productos agrícolas está aún en pleno desarrollo y espera por nuevos recursos que consoliden los esfuerzos silenciosos pero fructíferos del INIAP.

Darwin Borja | REVISTA VISTAZO*


1 comentario:

  1. El área de la parte agrícola, cumple un papel fundamental en la economía, es por eso que son utilizados procesos para alcanzar un alto porcentaje de productividad.

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