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VISTAZO*
Durante cuatro generaciones, la familia Harman ha estado involucrada con la historia moderna del Ecuador, gracias al sueño de Eloy Alfaro de construir un ferrocarril entre Quito y Guayaquil. El vínculo sigue intacto.
Por: Diego Yépez / dyepez@uio.vistazo.com
En 1896 el norteamericano Archer Harman, constructor y financista, jugaba billar en un bar de Nueva York. En el local se cruzó con Felipe Carbo (canciller del gobierno del general Eloy Alfaro), quien le preguntó si quería levantar un ferrocarril que alcanzara las nubes. Archer accedió. Un año después llegó a Guayaquil con su hermano John, ingeniero de vanguardia y, respaldado por el “Viejo luchador”, montó el centro de operaciones de la Guayaquil and Quito Railway Company.
El tramo más dificil del ferrocarril conocido como la “Nariz del Diablo”
Este episodio inició el vínculo de la familia Harman con la historia moderna de la nación ecuatoriana. La inauguración del ferrocarril en 1908 posibilitó el auge del proyecto liberal y enlazó al país a pesar de su territorio salvaje. Los esfuerzos para vencer obstáculos naturales como la “Nariz del Diablo” cobraron la vida de miles de obreros y del mismo John Harman, que no vería la culminación del proyecto. Su muerte es hasta ahora motivo de especulaciones: “Hay el rumor de que fue envenenado, la versión dice que el veneno estaba destinado a Archer”, revela su tataranieto Sandy Patch. Por su parte, Archer falleció en 1911 mientras cabalgaba por Virginia, de regreso a Estados Unidos; perdió el control de las riendas y cayó de cabeza contra una roca. El caballo que lo transportaba se llamaba irónicamente Ecuador.
Los Harman se quedaron en el país hasta 1925, cuando Archer II (hijo de John Harman) vendió al Estado ecuatoriano la compañía ferroviaria. Antes de marcharse empaquetó documentos, fotografías, uniformes y demás reliquias y las envió a Estados Unidos, donde permanecieron olvidadas. “Son todos documentos originales. Es un archivo invaluable, no existe en Ecuador nada parecido”, opina el guía turístico Rodrigo Donoso.
Elizabeth Harman y Katharine Robinson (hija y nieta de Archer II), sistematizaron el importante material. La investigación dio como resultado el libro “Ferrocarril en el cielo”, obra publicada en 2008 que “comparte con los lectores la interesante historia de la familia (Harman) en Ecuador. Ellas narran los grandes retos enfrentados durante la construcción y puesta en marcha del ferrocarril”, explica John Sanbrailo, director ejecutivo de la Fundación Panamericana para el Desarrollo.
Raíces
Sandy Patch, de 26 años, está por primera vez en Sudamérica. Ha llegado a buscar las huellas de sus ancestros en Ecuador. Es el tataranieto de John Harman. Cuando cumplió 12 años su madre (Katharine Robinson) le regaló una filmadora. Laborioso, a los 18 años se inmiscuyó en la industria del cine por lo que abandonó su natal Maryland y se asentó en Nueva York, donde trabajó 120 horas semanales. Pese a su juventud ha sido colorista de cadenas como National Geographic o PBS.
Sandy Patch y el guía turístico Rodrigo Donoso. Al inicio de la caminata en la costera provincia del Guayas
Sandy culminó el 3 de julio una caminata de 466 kilómetros desde Guayaquil hasta Quito, siguiendo los rieles de la vía férrea. “El viaje fue magnífico. Se nota la cantidad de planificación y trabajo duro para construir el ferrocarril: los obstáculos que tenían que sortearse. Lo principal fue contemplar el país, los paisajes. A un punto del día estás en la costa, y en otro caminas por el páramo”, explica el joven documentalista.
El viaje tiene por objetivo la publicación de un nuevo libro, centrado en el legado gráfico que heredó de sus ancestros: principalmente mil fotografías, tomadas por John Horgan durante 1901 y 1902. La idea es revelar el paso del tiempo tanto en los rieles como en el paisaje circundante; para esto se tomarán fotografías en los lugares exactos de las imágenes de archivo.
Durante seis meses que permaneció en Ecuador, Sandy realizó otros proyectos: un documental, en postproducción, sobre Baltazar Ushca, el “último hielero” del Chimborazo. También busca apoyo gubernamental para montar un museo en Huigra, “donde estaban los antiguos cuarteles norteamericanos del ferrocarril, un edificio que ahora ya no existe. Hemos buscado financiamiento en el Ministerio de Turismo, de Patrimonio, hemos tenido reuniones, pero es difícil. La meta es construir un lugar seguro para los documentos de mi familia y donarlos al Ecuador”, comenta.
Patch, que dejará Ecuador en semanas para retornar en octubre, ansía también encontrar el esqueleto de su tatarabuelo John Harman, que tal vez se encuentra en Huigra. Con los restos, tras un análisis forense en Estados Unidos, la incógnita de su deceso podría ser revelada. Por el momento abandona la búsqueda, superado por el ferrocarril fantasma: las excavaciones fueron inútiles, en vez de su antepasado halló seis cadáveres norteamericanos. Pero volverá, acompañado por especialistas, aunque es difícil que las respuestas alivien su obsesión por la genealogía.
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