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SALINAS-JAMBELÍ-ATACAMES-MANTA-PLAYAS
Pérdidas millonarias para el sector turístico y comercial habría ocasionado la alerta naranja que declararon autoridades nacionales en el perfil costero la noche del miércoles pasado.
Ello antecedió al feriado que termina hoy y aunque el viernes, a las 12:00, cambiaron el nivel a amarillo, con lo que derogaron las restricciones, hubo cancelaciones de hospedaje, paseos en embarcaciones, regreso de visitantes a sus sitios de origen y otros perjuicios.
De ahí que sectores turísticos de Santa Elena, El Oro y Esmeraldas planean presentar demandas contra el Estado por las pérdidas económicas.
En la provincia peninsular, las pérdidas ascenderían a $ 1 millón, según Ottón Arboleda, dirigente hotelero. “Vamos a hacer una evaluación de los daños para que nos hagan un resarcimiento”, advirtió.
Acciones legales también tomarían dirigentes del balneario de Jambelí, donde las autoridades ordenaron incluso la evacuación de los pobladores de la isla de la provincia de El Oro; ello se cumplió a medias por la resistencia de los habitantes.
Artemio Mosquera, dueño de un restaurante de Jambelí, dijo que perdieron parte de la inversión en alimentos y sostuvo que junto con comerciantes y dueños de hosterías presentarán una demanda para reclamar por el perjuicio durante los días de la alerta naranja, que se dio por la posible llegada de olas de 2 y 4 metros de altura.
En la provincia de Esmeraldas, donde se esperaban unos 70 mil visitantes en sus balnearios, solo llegaron 25 mil hasta el sábado pasado, pero se presentarán “reclamos formales a las autoridades gubernamentales”, anunció Antonia Montaño, presidenta de la Cámara de Turismo de Atacames.
La dirigente incluso calificó “de sospechosa” la declaratoria de alerta naranja previo a un feriado. “Es sospechoso que días antes del feriado se promocionen las 7 maravillas de Quito y luego a víspera de la temporada en la costa nos salen con esta alerta naranja que no tuvo ningún sentido...”, dijo.
El alcalde de Atacames, Freddy Saldearraga, quien calificó la medida como apresurada, sostuvo: “Mucha gente se endeudó comprando mariscos, alquilando embarcaciones para paseos, adecentando los locales y preparando comida porque esperábamos muchos turistas, pero solo llegaron unos 25 mil, incluyendo dueños de departamentos; ese turismo no genera ingresos porque no se quedan en hoteles ni van a restaurantes”.
El hotelero Arboleda también fustigó las restricciones adoptadas, pues estuvo prohibido el ingreso al mar a los bañistas, así como los toures navegables, avistamiento de ballenas y las actividades de pesca artesanal.
“Estamos preocupados por la reincidencia en la toma de estas decisiones que demuestran incompetencia, desconocimiento y facilismo. Dijo que van a solicitar al presidente Rafael Correa que sancione la “irresponsabilidad cometida por los ministros”, manifestó.
En el caso específico de Salinas, el balneario más importante de la península, las pérdidas no fueron muy elevadas porque “la gente ya no cree en los vaticinios de estas autoridades”. Expresó que al inicio del feriado hubo una deserción hotelera del 20% y luego (con el cambio a la alerta amarilla) se recuperó y llegó al 80%.
El viernes, la secretaria nacional de Gestión de Riesgos, María del Pilar Cornejo, dijo que la alerta se declaró para proteger la vida humana y agregó que en el país no hay una cultura de prevención y por ello las medidas adoptadas generaron críticas. El cambio de naranja a amarillo se dio una vez que el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar) emitió un informe en que señaló que el oleaje “llegó, pero atenuado”.
Aunque el acceso al mar está permitido, la emergencia en el perfil costero persiste, pues el oleaje se empatará mañana con un periodo de aguaje que durará hasta este miércoles.
En el caso de Manabí, Gina Polanco, de la Asociación de Hoteleros de Manta, dijo que el gremio perdió el 50% de visitantes según lo estimado. Lamentó que el turista llegara de paso. “La próxima vez deberían analizar las alertas porque es la segunda vez en un feriado y no ocurre nada”, citó.
En playas de Manabí, Esmeraldas y Guayas, los bañistas desafiaron los controles e ingresaron al mar. Sin embargo, los comerciantes no pudieron ofrecer paseos navegables.
En Atacames, Carlos Montaño, miembro de la Asociación de Operadores Turísticos, tenía tres ‘bananas’ varadas en la playa el viernes pasado. Afirmó que en temporada cada una de estas embarcaciones le representa $ 300. “Me endeudé porque por cada banana pago un alquiler de $ 50 diarios y no las he alquilado”, acotó.
Textuales: Llo que se comentó
Ottón Arboleda
Dirigente hotelero de Salinas
“Estas decisiones (la alerta naranja) demuestran incompetencia, desconocimiento y facilismo”.
María del Pilar Cornejo
Secretaria gestión de Riesgos
“Se toman acciones para proteger la vida. Sabemos que afectan las actividades económicas, pero la vida no tiene precio”.
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