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EL COMERCIO*
Túneles que podían ser utilizados como vías de escape, tres caletas subterráneas para almacenar precursores químicos, cocaína refinada y armamento tipo militar forman parte de la infraestructura del laboratorio de procesamiento de clorhidrato de cocaína descubierto en Río Bravo, zona rural del cantón Montecristi. Eso ocurrió el pasado fin de semana.
Pedro Gallegos, jefe de la Unidad Antinarcóticos de la Policía Nacional que llegó junto al titular de la Policía de la región del Pacífico Pedro Calero, no lo podía creer. “No estamos frente a cualquier laboratorio, este es tan sofisticado que su parecido es similar a los campamentos de los paramilitares”. El terreno de una hectárea tiene un cerramiento de caña guadúa picada. En el centro del predio la casa de dos plantas de construcción mixta ladrillo, madera y techo de zinc era el laboratorio. Hasta allí todo, al parecer, era normal, podría ser un laboratorio más. El trabajo de los efectivos de los cuerpos especiales de la Policía permitió descubrir una red de excavaciones bajo tierra.
Un túnel de 100 metros de largo por 80 centímetros de diámetro, suficiente para que una persona pueda escapar reptando, fue construido desde el baño de la casa. El pasillo subterráneo cruzaba una parte del patio de la propiedad hasta llegar al filo del cerramiento. Pedazos de caña guadúa, de un metro de largo, hacían las veces de una especie de loza que, a su vez, estaba cubierta por una capa de 30 centímetros de tierra, imperceptible a la vista.
En el 2009, la Dirección Nacional de la Policía Antinarcóticos decomisó 68 toneladas de droga y detuvo a 3 708 personas.
Pero en el 2010 la cantidad de alcaloides incautada fue de 18,5 toneladas y se detuvo a 4 007 personas. En ese año también se encontraron 1 974 984 dólares falsificados, según datos oficiales.
El camuflaje de la finca era casi perfecto, pues hasta había gallinas en el patio comiendo maíz. Árboles de algarrobo rodeaban la parte frontal de la propiedad y sembradíos de maíz, hoy secos por la falta de riego, simulaban que era una finca más de la zona. Según Gallegos, ni por aire, sobrevolando en un helicóptero, se podía identificar el laboratorio. Hasta la casa del perro de la finca fue utilizada para guardar un motor de succión de agua.
En una ramada (sitio para obtener sombra) de estructura de caña guadúa ubicaron el cuarto de máquinas. En una esquina de este módulo fue empotrado un generador de energía eléctrica.
Láminas de espumaflex amortiguaban el sonido del motor y reducían las posibilidades de escuchar algún ruido. Dos metros debajo de la construcción artesanal fue construida una caleta. Allí se acopiaba la droga refinada y varios equipos como calefones y herramientas para trabajos de reparación de máquinas.
Un pequeño gimnasio fue adecuado en el patio para cuando llegaba el personal a preparar la droga. Se trataba de gente que arribaba por temporadas, al parecer cuando había que trabajar de acuerdo a la planificación de los procesadores de droga.
Para no despertar sospechas trabajaban de forma descontinuada, comentó Gallegos. Las tareas de investigación para ubicar el lugar empezaron hace tres meses, por una denuncia. El agua para el procesamiento de la cocaína llegaba en un camión que llevaba en su balde un tanque con capacidad para 3 000 litros.
A ese transporte le hicieron seguimiento hasta llegar a la finca de propiedad del ecuatoriano Jaime I., hoy prófugo. Este laboratorio, según Gallegos, fue utilizado para el procesamiento de cocaína desde hace un año. Al mes se podían refinar hasta dos toneladas.
Las armas que estaban al interior de una de las caletas correspondían a fusiles de la características HK calibre 2.23mm, Fal calibre 7,62mm, con un escudo del Ejército Ecuatoriano, y dos fusiles Colt M16A2, calibre 5,56mm, con sus respectivas alimentadoras. Con ese armamento podían soportar enfrentamientos contra elementos policiales.
El caso se judicializó en primera instancia con la fiscal Fabiola Gallardo de Guayaquil. Gallardo comentó que la causa continuará en Montecristi y que el colombiano detenido será trasladado a la cárcel en el cantón Jipijapa, al sur de Manabí. Datos de la Policía revelan que el año pasado se destruyeron cinco laboratorios en el país.
Las incautaciones
En un informe oficial, la Policía Antinarcóticos señala que hasta junio pasado Manabí se encontraba en el cuarto lugar entre las provincias con mayor incautación de droga.
Según esas estadísticas, en el primer semestre de este año en el país se han decomisado 11,3 toneladas de alcaloides. De ese total, 7,5 toneladas se hallaron en Guayas, 1,6 en Esmeraldas, 1 tonelada en Pichincha, etc.
En el 2003, hubo el primer indicio de la presencia del cartel mexicano de Sinaloa en Manabí, dentro del caso Aniversario, donde fue detenido un ex funcionario y ciudadanos mexicanos. Ahora, los sectores productivos de esa jurisdicción dicen estar muy preocupados.
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