lunes, 24 de mayo de 2010

pecados de inequidad

rubendariobuitron
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23 May 10
pecados de inequidad
por rubendariobuitron. Escribir un Comentario
Categorías: Medios y politica
Fotografía de Igor Voloshin


Una de las luchas recurrentes de teóricos, catedráticos y estudiantes de comunicación en los años 80 era la inequidad informativa entre el norte y el sur.

Bajo el signo del teórico belga Armand Mattelart, la rebelión periodística de aquellos años apuntaba a lograr un “nuevo orden mundial de la comunicación”.

El pecado, según la tesis de los mattelarianos, era el control del poder económico planetario. Porque a partir de esa hegemonía, el norte imponía agendas, culturas, hábitos, estilos de vida, modas, ideologías, puntos de vista e, incluso, gobiernos y dictaduras.

Pero subvertir el orden mundial de la comunicación significaba un desafío gigantesco que sería muy difícil de alcanzar.

Porque alcanzar el equilibrio del flujo informativo entre el norte y el sur tenía no solo tenía como objetivo romper la verticalidad de la difusión de las ideas sino transformar la relación económica norte-sur, una meta muchísimo más compleja.

En lo específico, la construcción de una democracia mediática mundial urgía, entre otras cosas, que el norte conociera que el sur era mucho más que golpes de Estado, terremotos, catástrofes, epidemias y escenas bucólicas detenidas en el tiempo.

Tres décadas después, aunque el norte aún conserva su hegemonía económica y mediática, el sur ha alcanzado triunfos en su lucha por ser mirado como “el otro”. Lo peor de esta historia, sin embargo, aterriza en nosotros.

Pero luego de 30 años de intensa batalla informativa mundial para que el norte reconociera al sur como su prójimo y no como su súbdito, es paradójico que muchos medios y periodistas locales mantengamos casa adentro aquella inequidad mediática que tanto criticamos de afuera.

Porque si queremos cambiar las cosas debemos admitir que en el país también existen un norte y un sur informativos, un centro y una periferia noticiosas donde el uno es claramente hegemónico sobre la otra.

Así como Nueva York, Washington, Londres, París y Munich son puntos claves desde donde se emite al mundo el mayor porcentaje de noticias, obviamente con la visión de esos ejes de poder, Quito y Guayaquil hacen lo mismo al imponer sus percepciones sobre las del resto del país.

Los ciudadanos de Poaló, Riobamba, Pedernales, Zumbahua, Milagro y Calhuasing, entre muchas otras poblaciones, se convierten en receptores pasivos de la información de los centros noticiosos.

Y, como sucede en lo internacional, millones de ecuatorianos son vistos por los propios ecuatorianos desde una óptica sesgada por la mediocridad, el racismo, la falta de contexto, el escándalo, el sensacionalismo y la falta de respeto.

Seamos claros: ignorar que más allá de Quito y Guayaquil hay un país con valores, principios, esfuerzos, creatividad, alegría y dignidad es, también, un pecado de inequidad.

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