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El turismo sostenible es el modelo a seguir en varias zonas sensibles del país, como las Islas Galápagos y la Amazonia. Los destinos conjugan lujo, naturaleza y conciencia ecológica.
VISTAZO*
Nayomi Chibana / nchibana@vistazo.com
“El turismo es el futuro del país”. Así han aseverado en varias ocasiones funcionarios del actual Gobierno, como el Ministro de Turismo y el Presidente, acerca de un sector que está en pleno desarrollo. Las cifras demuestran que en el último año, 1.047.000 turistas llegaron a Ecuador, la mayoría de ellos desde Estados Unidos, Colombia y Perú. Pero esto no es suficiente. Según el ministro de Turismo Freddy Ehlers, la meta es alcanzar una tasa de crecimiento anual del 11 por ciento, hasta llegar a los 1,5 millones de visitantes en cuatro años.
Para lograrlo, la estrategia a implementar no es crecer y crecer. La respuesta, según los expertos, es un modelo de turismo que perdura en el tiempo, conocido como turismo sostenible. La Organización Mundial de Turismo lo define como una actividad económica que soluciona varios problemas: contribuye a la conservación de los ecosistemas, aporta al bienestar de las poblaciones locales y asegura la sostenibilidad financiera de las áreas protegidas.
Puede parecer una utopía, pero en el país, varias operadoras turísticas ya marchan en esta dirección. Más de 20 establecimientos han sido certificados por Smart Voyager, una acreditadora reconocida por la UNESCO como un ejemplo a implementarse en patrimonios naturales y que opera en Guatemala, Chile, El Salvador, Argentina, Colombia, entre otros países. Mauricio Ferro, director de la entidad, aclara que el tema va más allá del turismo ecológico. “El turismo sostenible es el que logra un equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental.
Una operación de lujo, de cinco estrellas en la ciudad puede ser sostenible”, explica. Detalla que a más de reducir su huella ecológica, los operadores deben tener un trato justo hacia sus trabajadores, beneficiar a la comunidad local y aumentar el nivel de conciencia ambiental del consumidor y de las demás empresas turísticas.
Para Marcelo Meneses, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Ecoturismo –una agrupación que reúne a más de 50 operadoras de turismo sostenible– estos principios se traducen en cambios sencillos y complejos. Los socios de su organización han empezado a reemplazar los materiales de limpieza por unos certificados y biodegradables; los vehículos ahora son de bajas emisiones de CO2; los insumos para la preparación de la comida y los materiales de construcción son locales, para evitar el consumo innecesario de energía en el traslado de materiales e impulsar la economía local.
Concluye que lo más importante es que los valores del cuidado ambiental sean interiorizados por todos, desde el trabajador hasta el visitante. “Cada guía debe creer y sentirse parte del turismo responsable y llevarlo a sus casas; de lo contrario, no podrá transmitirlo a los turistas”.
Lujo en la selva
MARíA GABRIELA TAMARIZ
Diminutos sapos, orquídeas y un sinnúmero de aves. La vida brota de cada rincón de esta área del noroccidente de Quito recientemente declarada zona de conservación. En medio de estos exuberantes bosques, Metropolitan Touring construye el Mashpi Ecolodge, un hotel de lujo que busca una armónica convivencia con la naturaleza de una reserva de mil hectáreas.
El lodo y las botas se quedarán en la entrada. Adentro todo será confort. El hotel de 3.200 metros cuadrados contará con 22 habitaciones para 44 visitantes. Además de restaurante, spa y 32 actividades básicas. Todo a dos horas y media de Quito, en la parroquia de Pacto.
El proyecto implicó una inversión de 5,7 millones de dólares y abrirá a inicios de 2012. Por el clima, la topografía y el tipo de suelo la construcción representa un reto permanente a la ingeniería. Un ejemplo de ello será el teleférico que atravesará dos kilómetros de bosque y permite explorar el dosel a diferentes alturas.
Para reducir el impacto ambiental dentro de la reserva, construirán una hidroeléctrica a cinco kilómetros que les proveerá de 150 kilovatios. Adicionalmente, importarán vehículos eléctricos, pues la idea es que los de combustión interna se queden en una plataforma externa, explica Luis Miguel Bermeo, director del proyecto.
Carlos Morochz, biólogo de la reserva, explica que la selva está compuesta por bosques primarios y en transición. Él organiza ranarios, mariposarios y centros de reproducción de orquídeas. Orgulloso señala que encontró lugares de cortejo del gallito de la peña, manakin (tipo de ave) y pájaro toro. Con sus cámaras nocturnas, ya captó varias especies de esta zona que busca su conservación a través del turismo.
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