MADRID. La ecuatoriana Consuelo Lozano fue expulsada de su piso, al no poder pagar los impuestos tras quedarse sin trabajo.
Flanqueada por policías, una comisión judicial llega al domicilio en Madrid de Consuelo Lozano, ecuatoriana de 40 años, para expulsarla de su piso. Este se ha convertido ya en un ritual en España, donde se multiplican los desahucios de propietarios incapaces de pagar sus hipotecas.
“Banqueros ladrones. ¡Vergüenza! ¡Injusticia! ¡Es delito no tener dinero!”, gritan unos 60 manifestantes, del movimiento conocido como los “indignados”, que se ha reunido en la calle para impedir el desahucio.
Pero sus esfuerzos son en vano.
Una fila de policías antidisturbios, equipados con cascos y escudos, los mantiene a distancia mientras los alguaciles se llevan a Consuelo, que trabajaba limpiando casas antes de quedarse sin empleo.
Vive desde 2006 en Torrejón de Ardoz, ciudad dormitorio del norte de Madrid con una importante población inmigrante.
Enfrentada a las crecientes dificultades económicas desde que perdió su trabajo, Consuelo decidió enviar a Ecuador a sus tres hijos y su marido para evitarles el duro trago del desahucio.
La lucha contra las expulsiones por impago, uno de los síntomas más evidentes de la crisis que sacude a España, se ha convertido en la misión predilecta de los “indignados”. Reúnen a vecinos y amigos en operaciones comando que a menudo logran obligar a la justicia a anular o retrasar estas operaciones.
En otras ocasiones, los desahucios se llevan a cabo gracias a la intervención de la policía antidisturbios.
En la fría mañana de invierno de este miércoles, le toca el turno a Consuelo, tras un momento de tensión cuando los policías apartan a la fuerza a un grupo de manifestantes sentados o incluso algunos acostados frente a la puerta de su edificio.
El motivo del desahucio, una deuda de 200 000 euros (más de 265 000 dólares) con el banco, que Consuelo no puede pagar.
“En mi caso ha destruido a una familia, tenía una familia de cinco miembros, y ahora estoy sola”, lamenta. La casa “el banco se la ha quedado, es de ellos y no voy a pelear por eso”, asegura sin poder contener las lágrimas.
Pero, pese a la expropiación del piso por el banco, “nos quedamos con cientos de miles de euros de deuda sentenciados para el resto de nuestras vidas”, se desespera la mujer.
Según la ley española, cuando un propietario no paga su hipoteca el banco expropia la vivienda pero esto no salda la deuda, que sigue vigente.
“Señores banqueros, no puedo pagar esto. ¡No tengo donde vivir!”, lanza Consuelo.
Como muchos inmigrantes latinoamericanos, Jaime, el marido de Consuelo, que trabajaba en España como obrero de la construcción, decidió comprar este apartamento por 220.000 euros en 2006, en la época en que los bancos españoles se mostraban especialmente generosos.
En 2008 se produjo el estallido de la burbuja inmobiliaria, que durante más de una década había estimulado el rápido desarrollo económico de España.
Y Jaime perdió su trabajo. “Intentaremos hablar con ellos y convencerles que se va a producir una injusticia y que no se puede dejar a esta gente en la calle”, explica Chema Ruiz, un portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).
Junto a otros grupos, en los últimos meses esta asociación, que milita por una reforma de la ley para proteger a los propietarios sobreendeudados, impidió numerosas expulsiones.
Sin embargo, según la PAH, 300 familias son desahuciadas cada día en España.
“Es todo la culpa de los bancos”, afirma Nicolás San Martín, un manifestante de 29 años, al que la policía acaba de arrastrar fuera de la entrada del edificio. “Con Rajoy (futuro presidente del gobierno) será peor”, agrega.
Tras la victoria del conservador Partido Popular, liderado por Mariano Rajoy, en las legislativas del domingo, el descontento social amenaza con crecer bajo el efecto de nuevas medidas de austeridad, en un país que ya tiene casi cinco millones de desempleados.
Fuente: AFP 15:09 Miércoles 23/11/2011
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