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Las aguas del río Quijos, en la provincia de Napo, son unas de las preferidas en Ecuador por los turistas extranjeros y locales, especialmente de los deportistas para quienes el rafting es su máxima pasión. Foto: Fernando Sandoval
El Telégrafo
Para entrenar a alto nivel hace falta ayuda económica
La región amazónica, la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas y la ciudad de Baños son los sitios donde se puede practicar el rafting, tanto a nivel deportivo como turístico.
Un tranquilizante sonido deja en el ambiente el descenso del agua en los ríos amazónicos, mientras su caudal choca con las rocas. Los pájaros cantan intermitentemente, cobijados bajo los enormes y frondosos árboles de 20 metros de altura. Ese es el escenario ideal para el descanso y también para disfrutar de aventuras extremas como el rafting.
Las aguas del río Quijos, en la provincia de Napo, dan la bienvenida a sus visitantes y en especial a los deportistas que hacen del rafting su emoción máxima. Es esta región ecuatoriana la más visitada por los aficionados de esta disciplina, que comenzó a practicarse aquí hace 16 años, con la llegada de alemanes y estadounidenses que se quedaron para establecer sus negocios.
Ahora hay al menos 14 empresas dedicadas al turismo en esta zona, a la que, sobre todo, acuden foráneos, para aprovechar los paquetes promocionales, que incluyen desde los dirigidos a deportistas de nivel inicial hasta profesional.
Las corrientes de agua con las que cuentan los ríos como el Napo, Misahuallí, Anzu, Jondachi, Quijos, Morona, Upano y Pastaza favorecen el crecimiento de esta disciplina. Pero el mayor inconveniente son los elevados precios de los implementos que son parte de la indumentaria, como el chaleco salvavidas y el casco, imprescindibles para iniciar una travesía.
El primero tiene una esponja especial que lo hace flotante y así impide la absorción del agua en caso de una caída. El casco varía en su composición, unos son de plástico, otros de fibra de vidrio y los más livianos, de carbono y kevlar; materiales más resistentes y costosos.
Solo estos dos implementos, en el mejor material, alcanzan en conjunto la suma de 500 dólares. El resto del atuendo lo componen el traje impermeable (200), los zapatos de río o sandalias (de 30 a 100 dólares) y el remo (40 a 250).
Por eso, quienes practican este deporte en las provincia amazónica, no pueden dedicarse a entrenamientos constantes y menos grupales, ya que deben priorizar su fuente de ingresos, que es el turismo.
La mayoría es guía; gente que con sus conocimientos de los ríos y la destreza en el manejo de botes se convierten en conductores ideales para grupos familiares en las travesías por el Oriente.
Pero esta actividad no es exclusiva de este sector del país. También se encuentra en ciudades como Baños, en la provincia del Tungurahua, donde se aprovecha la cercanía del río Pastaza; o en Santo Domingo de los Tsáchilas, que está atravesada por los ríos Blanco, Mulaute y Toachi, con corrientes propicias para el rafting; disciplina que tiene tres modalidades: down river, sprint y slalom.
Las dos primeras son de rapidez y varían en la distancia. La inicial se hace en un tramo de 12 km y la segunda en apenas 500 m de recorrido. En el slalom se deben atravesar unas compuertas y también hacerlo en el tiempo más corto y con mucha técnica para evitar penalizaciones que restan puntos.
En el trayecto es imposible evitar que el agua ingrese al raft y que todos terminen empapados. Es la parte más emocionante que viven los deportistas en su máxima pasión.
El bote, que tiene una dimensión de 3 x 1,50 m, está fabricado con un plástico especial de PVC, que demora cerca de 10 minutos en inflarse. Se lo hace por partes, primero el cuerpo, luego el piso y después las cámaras (agarraderas). Estas manijas son las que brindan seguridad a los ocupantes para evitar su fácil caída en las corrientes.
Tiene cerca de 100 libras de peso y un costo que asciende a los 7.500 dólares. Su duración es de alrededor de 12 años. Previo a una travesía, en un especie de ritual se golpea de manera directa y fuerte el remo con el agua hasta producir un sonido estrepitoso, que a más de un aficionado alarma.
Como parte de los paquetes turísticos, la travesía por los ríos amazónicos incluye orientación, un kayac de apoyo, por si algún integrante del bote cae al agua, y el uso de un GPS que facilita la localización en caso de pérdida. Por eso los valores se elevan y no son menores a 40 dólares por día y por persona.
A la mitad de costo se pueden encontrar, en la ciudad de Baños, paquetes parecidos, pero no con la misma garantía de seguridad. El período comprendido entre septiembre y abril es el idóneo para la práctica de rafting sobre todo en los ríos del Oriente ecuatoriano, y lo pueden hacer niños desde los 9 años hasta personas de 60.
En el Litoral la zona más adecuada para la práctica del rafting es la provincia de los Tsáchilas, con los ríos Blanco, Toachi y Mulaute.
Verónica Naranjo Hidalgo
veronica.naranjo@telegrafo.com.ec
Fuente: EL TELÉGRAFO*
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