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BABAHOYO. La capital de Los Ríos es una de las ciudades perjudicadas siempre por las lluvias y las inundaciones.
Muchos de sus barrios, como el Barreiro, se encuentran a las orillas de los ríos.
La falta de control y de planes para reducir las zonas vulnerables o de riesgos hace que las afectaciones sean mayores cada año.
Entre los cerros y el caserío está la carretera principal que conecta a la Sierra con la Costa (vía Latacunga-La Maná-Los Ríos). Y sobre las montañas verdosas y empinadas están las pequeñas fincas de sus habitantes y de los de áreas cercanas.
Sus moradores son agricultores, ganaderos y jornaleros. Sobreviven con los productos que les da la tierra y de la cría de animales. Las viviendas y solares que tienen la mayoría los heredaron de sus padres, abuelos y bisabuelos, quienes compraron o se posesionaron en un pedazo de terreno en las montañas.
Aquí han existido deslizamientos y la crecida del Pilaló ha arrasado con lo que encuentra a su paso. Pero en sus recuerdos no registran un deslave como el del pasado 24 de marzo.
Ese derrumbe acabó con parte de la poca infraestructura. Varias casas de cemento y de caña, entre estas la iglesia, quedaron bajo el lodo, así como sus habitantes, que intentaban subir de un cerro a otro para salvarse, en medio de los gritos, llanto y rezos de adultos y niños.
No sabían qué hacer ni adónde correr porque la vía quedó bloqueada por los derrumbes. Se sentían encerrados.
Por sus condiciones geográficas, sociales, culturales, económicas y por no tener la capacidad para reponerse a los fenómenos naturales, esta comunidad junto a otros poblados son más susceptibles a desastres.
En Ecuador, el 35% de la población se asienta en zonas amenazadas por inundaciones, deslizamientos, flujos de lodo y escombros. Y el 30% de las poblaciones de la Costa y la Amazonía, así como el 15% de la superficie nacional, están sujetos a inundaciones periódicas, indica el informe de la Segunda Comunicación Nacional sobre Cambio Climático (2011) del Ministerio del Ambiente y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Por ejemplo, en este invierno, Manabí, Guayas, El Oro, Los Ríos, Loja y Esmeraldas han sido las provincias más afectadas por inundaciones y deslizamientos, de acuerdo con los reportes de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR). Esta entidad estatal, en su consolidado nacional con corte del 23 de marzo de este año, identifica a 78.770 afectados.
También han registrado a 5.138 evacuados, 655 damnificados, 2.837 personas que permanecen en albergues; 1.881 personas acogidas por familiares. Entre los daños a la infraestructura están 13.315 viviendas, 97 albergues, 47 escuelas y 31 puentes. Estas seis provincias, declaradas en estado de excepción, han figurado entre las más aquejadas en años anteriores.
En cambio, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) cita, hasta el 30 de marzo, a 10.504 afectados (2.626 familias) de nueve provincias. De estas, seis provincias son las del reporte de la SNGR; además de Azuay, Carchi y Cotopaxi.
La Cruz Roja ha reportado a 29 fallecidos en el país hasta el lunes pasado. No obstante, este Diario ha contabilizado a 45.
Las razones para la vulnerabilidad varían. Y las historias por inundaciones y deslizamientos se repiten. Manabí, Los Ríos y el norte del Guayas son las más vulnerables, recalca Rodney Martínez, coordinador científico del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno El Niño (Ciifen), que ha evaluado la susceptibilidad del país por medio de mapas de riesgo climático en coordinación con la SNGR y con Naciones Unidas.
Para los análisis se consideraron aspectos como: agricultura, asentamientos, educación, infraestructura, salud, pobreza, entre otros.
“Yo no soy vulnerable porque llueve más o llueve menos. Soy vulnerable porque estoy expuesto... En una población educada, invierto, arreglo el techo, preparo el vehículo, me organizo en la ciudadela para limpiar canales de drenaje. En una población poco educada no hay mucha conciencia sobre estas cosas”, explica Martínez.
Añade que la situación de Manabí, Los Ríos y Guayas es reincidente porque se combina la pobreza con temas institucionales. “Hay poca capacidad de respuesta de instituciones locales, gente en sectores de riesgo, poca capacidad de organizarse, de agremiarse para responder”.
Poblados inundados, comunidades aisladas por las vías dañadas; ríos desbordados; cerros que se derrumban; puentes que ceden; cultivos y ganados que se pierden... Muertes, heridos y afectados psicológicamente por estos fenómenos son las huellas visibles en las zonas en riesgo.
Así evidenció este Diario en un recorrido que hizo en esta semana por zonas urbanas y rurales de varios cantones de las provincias de Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Guayas y Cotopaxi.
Las áreas bajas, que están rodeadas por las cuencas de los ríos como la del Guayas, son las más afectadas, así como las rodeadas por los cerros. También, las zonas agrícolas, ganaderas y los sitios periféricos, que están a las orillas de los ríos y esteros.
En Babahoyo, la capital de Los Ríos, que tiene 76.869 habitantes, el desbordamiento de ríos inundó a casi todo el cantón. Por ejemplo, en la parroquia urbana Barreiro, el agua superó con más del 60 cm a los muros de gaviones para la protección, que la Prefectura hizo en el 2011.
El agua entró hasta las casas y dañó varios enseres. Uno de los afectados fue Daniel Caleño, de 68 años, del sector San Antonio de Barreiro. Su hogar, como todos los que se levantan en zonas periféricas y bajas, carece de alcantarillado sanitario y pluvial.
“Llegué aquí hace 46 años, cuando salí del campo, en San Vicente (área rural), porque allá no había colegios para mis hijos. Luego vinieron otros tíos, sobrinos...”, narra Caleño, quien reclama por la falta de obras como el alumbrado público, ya que, dice, paga impuestos.
Al instalarse, muchos no analizan las condiciones. Por ejemplo, en los cantones Rioverde y Quinindé, de Esmeraldas, hay poblaciones junto a las bocanas, a orillas de los ríos y cerca del mar. Controlar los asentamientos en zonas de riesgos es difícil, pese a que existen ordenanzas, acepta Dolores Villegas de la sala situacional del Comando de Operaciones Emergentes (COE) de Quinindé.
Otro escenario. La inundación del barrio Tres de Abril en el cantón Santa Lucía (Guayas) tomó por sorpresa a 60 familias, que fueron evacuadas a inicios de marzo pasado. Pedro Placencio, de 35 años, fue uno de los afectados. Él abandonó su casa, construida con el bono del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) en el 2009. El agua se metió por las ventanas. Él consiguió el bono porque tiene un derecho de posesión.
“Siquiera unas veinte casas del Miduvi se inundaron (en la 3 de Abril). El presidente (Rafael Correa) se molestó de que nos hayan hecho la casa allí, pero si uno no tiene adónde ir y mi terreno estaba allí, ¿qué puedo hacer?”, afirma Placencio.
La cooperativa 3 de Abril, un asentamiento informal formado hace 25 años, se inunda porque se asentó sobre lo que era el cauce de un estero llamado Río Perdido, según afirma el alcalde de Santa Lucía, Edson Alvarado.
También están aquellos que no salen de las zonas consideradas de riesgos porque no están convencidos con el anuncio “sin detalles” que les hicieron, como sucede con once familias de uno de los barrios a orillas del río del cantón Santa Ana, en Manabí.
“Mi casa de cemento, con buenas bases, es de 9 m x 12 m, y la de mi hija también. Somos cuatro familias las que vivimos aquí, y las dos están valoradas en casi $ 24.000, según los predios. Hace como cinco años nos dijeron que esto era zona de riesgo. El año pasado nos llamaron a una reunión del Miduvi para decirnos que iban a dar casas y que si queríamos apuntarnos. Pero nos querían dar una casita de 6m x 6m. Y nadie más responde por nuestra inversión, ni nos explican nada”, cuenta Segundo Bravo, de 66 años.
“Ustedes, porque son pobres, ¿se ponen en la punta de un volcán? Ustedes, porque son pobres, ¿se ponen en una quebrada para caerse guarda abajo? No, compañeros; somos pobres, hay que ser más avispados”, contestó el presidente Rafael Correa en su enlace 265 a los habitantes del barrio 3 de Abril, que le habían pedido, en su visita a Santa Lucía, el relleno de su sector.
Fuente: EL UNIVERSO*
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