***SNN
POR: Pedro Pierre
pedro.pierre@telegrafo.com.ec
Sí, ¿qué pasa con la Conaie? ¿A quiénes beneficia este paro nacional indefinido? ¿Por qué estarán tan callados Lasso y Nebot? Se entiende su silencio si reconocen que ahora la Conaie hace lo que ellos han promovido. “¡Ni Correa, ni Nebot ni Lasso!”, dice la Conaie. Entonces, ¿quién o quiénes al poder y cómo? ¿Quién apoyará a la Conaie si no la misma derecha, con la asesoría y el dinero de las ONG financiadas por el Gobierno de Estados Unidos?
¿Beneficiará esta lucha de la Conaie al pueblo de Ecuador? ¿Quiénes la delegaron para esta tarea? Ni las mismas bases indígenas la apoyan: ¿no marcharán por obligación?… Casi 30 años que existe la Conaie y bien pocos indígenas han salido de la pobreza, fuera de los grandes dirigentes, curiosamente.
Dice la Conaie que quiere la derogatoria de las leyes de tierra, agua, minería… ¿Es necesario para esto un paro nacional indefinido? Si no hay bases organizadas, no hay revolución, tampoco hay cambio, tampoco hay un proyecto de país. Esta es la realidad de Ecuador: un pueblo mayoritariamente sin visión de pasado, presente y futuro, por la gran falla de todos: Gobierno, Alianza PAIS, izquierda, la mayoría de las ONG, iglesias, universidades, dirigentes barriales… pues cada uno va con su camioneta y sus minoritarios ‘panas’ escogidos.
Puede ser que tuvieran razón los ‘forajidos’ cuando decían: “¡Que se vayan todos!”, es decir, hay que refundar ese país.
Los ciudadanos tenemos 2 representantes: los elegidos, incluyendo el Gobierno y las organizaciones sociales. Por eso son necesarios, por una parte, la participación y el diálogo entre estas dos identidades. Este diálogo debe ser fomentado desde el Gobierno, la Asamblea y las distintas autoridades locales y provinciales.
Es necesario, por otra parte, que todas las autoridades fomenten la organización ciudadana y su protagonismo. Si no se da la unión de estos dos espacios, los elegidos son como cabezas sin pies.
El poder popular se expresa no solo en las elecciones, sino en la organización permanente de la ciudadanía que participa, dialoga y aporta a sus elegidos y al Gobierno. Eso es la gran falencia de este momento, pues el diálogo con personas individuales es insuficiente: el diálogo tiene que ser con organizaciones permanentes.
Se trata de llevar adelante un cogobierno, es decir la unión de nuestras autoridades con las organizaciones sociales. Así saldremos del atolladero donde nos encontramos. Por eso es que el papa Francisco insiste tanto en la necesidad y la fuerza de las organizaciones populares y el diálogo entre ellas y los gobiernos.
La plurinacionalidad ha de ir por allí: se habla en Ecuador de cinco nacionalidades, pero su organización es muy débil, poco visible y sin mayor incidencia en el Gobierno, la Asamblea y los poderes locales. ¿Promueve el Gobierno estas clases de organización, participación y diálogo? Bien poco. Recién parece que se da cuenta de la falencia.
¿Servirá el paro indígena y de otros grupúsculos para hacernos avanzar en estos caminos? Lastimosamente tengo muchas dudas y como muy inoportuno califico este paro. (O)
Fuente: EL TELÉGRAFO
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