***SNN
Lucrecia Maldonado
carneyhueso2003@yahoo.com
Trucadas o no, las imágenes hablan, y no precisamente de lo que hablan, sino de cosas más profundas. El inconsciente humano se las arregla para dejar señales por todas partes, no necesariamente de lo que aparece en las imágenes, sino de lo que hay en el corazón de quienes las muestran, de quienes las comentan, de quienes las rechazan.
Una foto que parece una captura de pantalla de Twitter. Una mujer rubia y sonriente (?) exhibe una mancha violácea bajo su ojo derecho. Debajo, el texto: “A todos los seguidores. Manuela Picq me ha confirmado que la foto que difundí de las agresiones no es de hoy. Mil disculpas a todos”. ¿Por qué la persona que twittea o lo que sea la foto no lo confirmó antes? Parecería el mínimo y elemental procedimiento antes de divulgar una fotografía de ese calibre. Y caben otras preguntas, entre bastidores: ¿De cuándo es la foto? ¿Cómo se lastimó el párpado inferior? ¿Quién la agredió en realidad? Preguntas no para responder inmediatamente, sino para sostener y meditar, como diría alguna corriente psicológica moderna.
Otra foto de un dirigente indígena en rueda de prensa. Tiene el cabello revuelto, sucio, cubierto de un polvillo grisáceo. Sobre su rostro se extiende, quizás de manera demasiado pareja para el gusto de un ojo observador, el tizne de la ceniza. Su cuello, no obstante, está limpio, y en su muñeca izquierda luce un reloj bastante ostentoso. Dice que los agentes del orden lo arrastraron por las calles cubiertas de la ceniza (producida por los neumáticos quemados por los coidearios del dirigente, que no se esmera en aclarar este dato). Preguntas para sostener: ¿por qué el tizne de su rostro se ve tan parejo? ¿Por qué, si lo llevaron a rastras por la calle, su cuello está limpio, su reloj intacto y su rostro y sus manos se ven absolutamente ilesos, más allá del tizne?
Y están también los ‘memes’, claro. Fotografías en las cuales se hace burla o mofa de personajes y situaciones. Y a la segunda fotografía descrita se le han hecho ya cientos de ‘memes’. Son graciosos, ¿pero qué esconden? Algunos critican la aparente falta de autenticidad de la imagen. Otros van más allá: se vuelven racistas o machistas.
Y a continuación de estas imágenes y otras viene la andanada de comentarios: unos son eso, comentarios. Otros son insulto tras insulto, del lado que sea. Odio. Virulencia. Sarcasmo enfermizo. Machismo. Hembrismo. Homofobia. Enfrentamientos verbales que si fueran físicos serían fatales. La radiografía, o mejor dicho, la gran instantánea del alma nacional y su sombra colectiva. (O)
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