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POR: Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario
En las recientes citas internacionales, entre estas, la III edición del Premio Gabriel García Márquez, organizada por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) resplandecieron destacados personajes en el panorama oscuro en el ejercicio de esa noble, arriesgada y también onerosa actividad profesional. En lo referente a Ecuador, transcendió que cierto periodismo sigue siendo poder, aunque disminuido en su intensidad, y sin ocultar, se ha convertido en valioso instrumento al servicio de los intereses políticos, en nuestro caso, de la oposición al régimen del Buen Vivir.
El periodismo en este medio vive momentos críticos; los dueños de empresas y sus periodistas se han olvidado de su misión inculcada en las facultades de comunicación social: informar objetivamente con veracidad, recrear sin ofender y orientar hacia el cambio social.
Surgen coincidencias en afirmar que los periodistas de los medios ‘libres’ buscan notoriedad y la felicitación de los dueños del negocio, donde laboran, a tal extremo que algunos de los engreídos ingresan en el escenario del narcisismo en la búsqueda por posicionar un nombre. En el cónclave de Medellín, al respecto, se recordó a Tomás Eloy Martínez cuando en la Asamblea de la SIP, en 1997, dijo: “El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.
Excepcionalmente, uno que otro periodista, arrepentido y hastiado de tanta perversidad de los editores, acostumbrados a adular a los aliados del empresario y a los políticos de oposición, abandona su profesión y prefiere dedicarse a otra actividad.
Rige repugnante confabulación, liderada por los medios ‘independientes’, con la intención de entorpecer el proceso revolucionario de los países latinoamericanos que ya encontraron el camino de su liberación del tutelaje imperialista, en beneficio de los sectores sociales postergados y de extrema pobreza. Medios privados, agencias internacionales de noticias al servicio del imperialismo y periodistas alquilados difunden noticias cercenadas, rumores convertidos en noticias, entrevistas a intelectuales reaccionarios ávidos de notoriedad y ocultando las grandes obras de las naciones que transitan por alcanzar la felicidad de todos, sin otra finalidad que la de frenar el despertar de los pueblos por una nueva independencia.
Los periodistas que vociferan luchar por la libertad de expresión no se dan cuenta de que viven bajo el yugo de los medios privados. Infelices los sumisos empleados que están obligados a mentir y fingir de valientes agrediendo a los funcionarios del régimen y a su líder, Rafael Correa Delgado. Sarcasmo, hoy el periodista moderno no necesita preparación académica, sino ser diestro en soportar el autoritarismo de sus jefes, y listos para obedecer y marcar el paso al régimen de la Revolución Ciudadana.
El periodismo ‘independiente’ en decadencia exige de los ecuatorianos una prensa nueva que contribuya a fortalecer la democracia y a consolidar la paz y seguridad social. El periodismo grande predica la verdad; el decadente utiliza la mentira y la ofensa para adular a la oligarquía, a la oposición y pretender favores. (O)
Fuente: EL TELÉGRAFO
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