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Jorge Núñez Sánchez
jorge.nunez@telegrafo.com.ec
Muy poco conocida es la gira que Eloy Alfaro realizó por Sudamérica en 1890 y que le permitió contactar y coordinar acciones con varios revolucionarios y gentes progresistas del subcontinente. Para entonces, Alfaro era ya un líder preocupado por la suerte de América Latina, continente que conocía más que la mayoría de líderes políticos de su tiempo. Habiendo vivido, trabajado y luchado en Panamá y varios países centroamericanos, también estaba al tanto de las realidades políticas existentes en México y los países del Caribe, gracias a sus contactos con José Martí, Antonio Maceo y otros revolucionarios.
Esas relaciones le permitieron enterarse de las luchas y proyectos de las fuerzas progresistas del continente, que por diversos medios buscaban impulsar una reforma que modernizara y fortaleciera al Estado nacional en cada país, liberándolo de la agobiante influencia eclesiástica, integrando sus regiones dispersas, estimulando el desarrollo económico y mejorando las condiciones de vida de la población. Y finalmente lo llamaron a convertirse en una suerte de coordinador de las acciones del liberalismo revolucionario del continente.
El viaje se inició en Lima, ciudad en la que vivió uno de sus exilios, y lo llevó primero a Chile, luego a la Argentina, a Uruguay, a Brasil y finalmente a Venezuela. Al inicio parecía ser solo una gira obligada por las circunstancias, para no viajar directamente a Panamá y correr el riesgo de ser apresado al pasar por Ecuador, pero luego se convirtió, gracias a la acción del viajero, en una gira de contacto con nuevas ideas y de coordinación política entre revolucionarios.
En Chile se hospedó en casa de otro exiliado ecuatoriano, Juan Murillo, quien le hizo contactar con el presidente Balmaceda, autor de un gran proyecto de unificación del país por medio de ferrocarriles, y con los líderes radicales José Victorino Lastarria y Francisco Bilbao. Luego siguió a Mendoza, donde buscó las huellas de San Martín y su Ejército de los Andes. Y más tarde fue a Buenos Aires, donde hizo amistad con el ex presidente Bartolomé Mitre, que dirigía el periódico La Nación, en el que antes colaborara José Martí. Ahí contactó también con el líder radical Leandro N. Alem.
Cuando Alfaro reemprendió su viaje, con dirección a Uruguay, Brasil y Venezuela, llevaba consigo una carta de Mitre para José Martí, presentándole a Alfaro y recomendándole aunar esfuerzos con él; llevaba también una suma de dinero, que era el pago de Mitre por las colaboraciones adeudadas a Martí.
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