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EL TELÉGRAFO | Diego Arcos
Uno de los casos a los que me remito fue la gresca de 2006. Foto: Archivo El Telégrafo
entre ceja y ceja
Los hinchas de Barcelona y Liga, ojo no todos, no se tragan; aquí varios ejemplos.
“No siento que me representan, estoy con Fluminense hoy”. “Cualquiera menos Liga”. “No pues, ellos son el enemigo”. “Emelec es el rival, ellos son los enemigos”. Estos criterios nacen de la mente de los seguidores de Barcelona cuando tienen que comparar o expresar sus sentimientos hacia lo que es Liga de Quito.
Ahora, uso un espejo y me encuentro con esto también del otro lado. “Todo es Barcelona, los periodistas, dirigentes y árbitros están con Barcelona; son descarados”.
¿Ídolo? Qué va a ser ídolo, ídolo es el que mejor juega”. “Ya dejen de vivir de la historia y vivan el presente”.
“Salados son, pues si están a orillas del Salado”.
Estos conceptos nacen de la orilla “blanca”. Para Barcelona no hay mucho respeto o admiración. Aclaro, y soy firme en es esto, no generalizo, más que seguro estoy de que no todos los hinchas de Liga piensan así de Barcelona y viceversa.
Lo que sí me intriga es saber ¿cuándo y por qué se inició este odio y rechazo? Supe desde siempre que Barcelona quería ganarle a Emelec, su rival en el Clásico del Astillero. Que cuando alguien por ahí osaba titular un partido entre Liga y Barcelona como clásico, la reacción belicosa era casi inmediata.
Con Liga siempre tuve dudas, ¿qué equipo era su rival tradicional?, ¿Católica?, el adversario “universitario”, o lo era el Aucas, popular club ante el cual sus partidos eran vibrantes, o Deportivo Quito, pues con los “chullas” existe una historia aparte (ayer debía disputarse el duelo 150 entre ambos. O será ¿Barcelona?
Entonces, desde cuándo nace este odio y rivalidad entre “azucenas” y “amarillos”, no tan ancestral y con tintes de cosecha fresca. Podríamos aterrizar en 1987, ese año, en una noche fría de Quito, jugadores de Liga y Barcelona se entraron a puñete limpio. En aquella jornada, Héctor Lautaro Chiriboga -arquero titular de Liga- no jugaba; ni siquiera estaba en la banca.
En plena confusión pugilística, bajó de las gradas y le conectó un derechazo a la nuca a Carlos Luis Morales. Hólguer Quiñónez terminó tapando, usó el buzo plateado que llevaba esa noche Carlos Luis..., la verdad se lo veía chistoso al “Piquetero” con la indumentaria galáctica.
O tal vez en el 2002, cuando a Byron Moreno se le perdió el reloj y aplicó el juego continuo, el partido infinito..., (se disputaron 112 minutos), pero por último, tú, hincha, tómatela con el árbitro y no el equipo que estaba del otro lado.
O ¡ya sé!..., nació en la batalla campal de 2006, cuando hubo tute, patada y trompón, ese domingo se dieron sin compasión. Unos rodaban por el piso, caían otros, se lanzaban zapatos, fue vergonzoso, seguro ahí se fundó una pica producto de tanto porrazo.
Y llegamos al 2008, año en que se consolida la rivalidad y se descifra mejor este naciente y estúpido odio entre dos equipos gloriosos y cargados de agradable historia deportiva.
Liga ganó la Copa Libertadores, lo que fue un orgullo para toda una nación, claro que antes Barcelona había conseguido su presencia en dos finales, pero la suerte favoreció al rival.
El título de los “azucenas” aceleró cualquier actitud de poco cariño del hincha barcelonista a la Liga... había logrado lo que Barcelona tuvo en sus manos, en dos oportunidades y se le escapó.
¿Se puede cultivar algún tipo de odio por el logro de Liga en la Libertadores? ¿Soy solo yo o de vedad de pronto se volvieron rivales, y con odio, estos dos equipos? Soberana burrada.
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