domingo, 12 de junio de 2011

Ajustar las clavijas a la delincuencia

***SNN


EXPRESO
Sí. A la de todo tipo. La que llamábamos común ya no es la única y, parece estar cada vez más claro, todas sus variedades están interconectadas.

Combatir alguna de ellas es combatir al conjunto, aunque el enfoque, diríamos holístico, todavía no predomine.


La gente quiere, por otra parte, que se priorice la acción contra la que más la afecta, potencial o prácticamente. Si los amigos de lo ajeno han entrado a la casa, se exige mayor vigilancia en los barrios.


Si se sufrió un asalto al detenerse en el semáforo, se clama por vigilancia en las calles. Si se observó un sicario en acción, se cae en xenofobia y se pide la expulsión de los extranjeros o, al menos, que restrinjan el ingreso de estos o aquellos.


Si el tema fue un secuestro exprés… Me quedaría sin espacio si continúo describiendo las escasas manifestaciones del delito que puedo identificar… y la Policía tendría que organizar a sus miembros en una cantidad infinita de especializaciones, tantas como las propias de cada forma delincuencial.


Hacerlo no es posible, creo, ni técnica ni financieramente, pero algo habrá que hacer. Por lo pronto, me parece que conviene ponerle freno a la corrupción denominada de cuello blanco. La que tiene lugar en las altas esferas públicas y privadas.


El mal ejemplo cotidiano de los pobretones de barrios populares que de pronto pasaron a pelucones con vivienda al otro lado de la ría, estimula, sin duda, un afán desmesurado de enriquecimiento en otros ámbitos de los sectores sociales.


En ellos, comienza a creerse que "pasar a mejor vida", garantizando su futuro y el de sus descendientes, es una obligación respecto de la cual no importa el cómo se obtienen los recursos para disfrutarla. No importa si se obtienen de manera lícita o no.


¡Triste! Hasta hace no mucho tiempo Guayaquil vivía con otros valores. ¿Tendrá algo que ver el auge delincuencial con esos cambios en la axiología de la ciudad?


En todo caso, la reciente consulta sobre el tema del enriquecimiento no justificado no resolverá nada respecto a dicho asunto. Apenas si servirá para ponerle susto a determinadas conciencias no tan limpias, en caso de que tengan conciencia los malhechores.


Mientras tanto seguirán más campantes que el Johnnie Walker, a pesar de los nuevos impuestos sobre las bebidas alcohólicas y eso no está bien. Freír un pez gordo de las altas esferas de la corrupción sería muy bueno para la higiene pública y la reflexión social.


Y nos permitiría ajustarles las clavijas a los delincuentes sin remordimientos de tipo alguno.

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