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POR: Juan J. Paz y Miño C.
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Entre 1830 y 1925 la oligarquía terrateniente, grandes comerciantes y banqueros, dominaron el Estado, cuyos raquíticos recursos provinieron de rentas patrimoniales, algunos servicios públicos, créditos de bancos privados, estancos o monopolios estatales (alcoholes, tabaco, sal, fósforos), ingresos varios y, sobre todo, impuestos, que financiaron por lo menos 3/4 partes del fisco.
Hubo impuestos indirectos y directos. El mayor fue sobre aduanas, que hasta 1972, cuando se inició el boom petrolero, fluctuó entre el 30% y el 91% de los ingresos estatales. Los únicos impuestos directos fueron el ‘tributo de indios’, que representó hasta el 30% del presupuesto (abolido en 1857); y el ‘diezmo’, décima parte de la producción agraria, que se repartió entre la Iglesia y el Estado, y representó hasta un 10% de los ingresos (suprimido en 1890). Grandes riquezas se formaron con la corrupción, la evasión y el contrabando.
Con la Revolución Juliana (1925) por primera vez en la historia se institucionalizaron impuestos directos: sobre rentas personales (entre 0,5% y 8%), que excluyó a trabajadores asalariados; sobre ganancias del capital (hasta el 30%); y reformas sobre herencias y predios. Las cámaras de comercio, agricultura, industrias y los bancos, explosionaron contra semejante ‘confiscación de patrimonios personales’.
En adelante, fueron permanentes los cuestionamientos de las cámaras a cualquier impuesto que afectara sus intereses. Siempre levantaron el discurso anti-Estado, al mismo tiempo que la evasión tributaria pasó a ser práctica común de las capas ricas. Y en 1999, el gobierno de Jamil Mahuad aprobó la supresión del impuesto a la renta (sustituido por otro sobre circulación de capitales), tramitado por el Congreso a iniciativa del diputado socialcristiano Jaime Nebot Saadi.
En EE.UU., el ‘New Deal’ del presidente Franklin D. Roosevelt afrontó la inédita crisis económica de los años 30, mediante fuertes impuestos sobre las rentas; derechos laborales; pensiones por desempleo, salud y jubilación; y amplias inversiones estatales. Los empresarios norteamericanos dijeron que ese ‘comunismo’ quería ‘desplumar’ a los ricos. Después de la II Guerra Mundial (1939-1945) se implantó en Europa la ‘economía social de mercado’, con alto impuesto a la renta (más del 50%), seguridad social universal, amplios derechos laborales, accionariado obrero en las empresas y fuertes inversiones públicas.
Ecuador está lejos del New Deal y de Europa. A pesar del enorme avance social desde 2007, solo 3 impuestos predominan hoy (SRI): el IVA (45,6% del total); sobre rentas (36,5%), y por salida de divisas (7,62%). Y la inequidad es abismal: una investigación realizada en la PUCE-Quito, demuestra que los ingresos equivalentes al 46% del PIB son acaparados por 115 consorcios empresariales, cuyos integrantes representan apenas el 0,2% de los contribuyentes.
Cabe entender que allí están quienes creen que su riqueza proviene del trabajo familiar, se oponen a cualquier redistribución de la riqueza, claman contra el ‘estatismo’ y gritan ‘no más impuestos’. (O)
Fuente: EL TELÉGRAFO
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