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El Reloj Público fue recién reparado y ahora funciona. Este y la Torre Morisca fueron negociados por Dante Reyes.
Una pareja de turistas suizos caminaba por el Malecón guayaquileño de 1980, entonces poblado de árboles frondosos y escenario de algunos paseantes, vendedores y uno que otro arranchador. Los extranjeros llegaron a la Torre Morisca, en cuya cúpula está el Reloj Público.
La fotografiaron y como, por su verdor, les llamó la atención la isla Santay, también quisieron hacer unas gráficas. El sitio ideal era la torre del reloj.
Muy cerca estaba un hombre elegantemente vestido. Tenía algo más de 1,60 metros de alto y rostro con rasgos orientales. Los turistas le pidieron de favor que les permitiera subir a la torre. Él, muy amablemente, se puso a las órdenes. Les aseguró que él era el dueño y que estaba desesperado por venderla, pues iba a viajar a Japón.
Les dijo que era una herencia, que el reloj era suizo y la torre tenía un diseño de la época colonial española. Los extranjeros estaban maravillados. Pactaron el negocio en 160 mil sucres, unos 6.000 dólares al cambio de la época. Ellos le entregaron un anticipo y estaban felices. A la mañana siguiente descubrieron que habían sido estafados.
La noticia de la estafa dio la vuelta al mundo, en una época en la que no había internet.
Era una más de las famosas estafas que cometía Dante Sigifredo Reyes Moreno, conocido como el Cuentero de Muisne, por ser oriundo de ese cantón de Esmeraldas.
Aquel hombre, que entonces tenía 41 años, falleció el pasado martes en el hospital Eugenio Espejo, de Quito, adonde fue llevado desde el penal García Moreno, donde cumplía una pena de 25 años por asesinato.
El periodista Luis León, quien para entonces escribía con el seudónimo Petrocheli en algunos medios y hoy labora en la Universidad Laica, asegura que fue uno de los pocos en entrevistarlo en el cuartel Modelo, en las celdas del entonces SIC (Servicio de Investigación Criminal).
Refiere que Dante percibía y se aprovechaba de la avaricia de la gente. En el caso de los extranjeros que compraron el Reloj Público, eran personas a quienes les gustaban las reliquias y extravagancias.
Y cayeron. Como también había caído embaucada una pareja dueña de una vivienda de Urdesa, a quienes Dante les vendió una calle en 12 mil sucres, de lo que recibió un anticipo. León relata que Dante contó que en aquella época esa zona residencial tenía solares baldíos, algunos que estaban destinados para la apertura de calles.
Una vez identificada el área, Dante consiguió una escritura y se presentó muy bien vestido donde los dueños de la casa vecina. Les indicó que debía viajar de urgencia, que les vendía su terreno de oportunidad. Creyeron que era una ganga y se lo compraron. Era una calle.
León indica que Dante era un hombre brillante, intuitivo e inteligente, pero esas virtudes las utilizaba para mal, para perjudicar. Por eso pasó la mayor parte de su vida y murió prácticamente en la cárcel. Aunque señala que Dante no era violento y le llama la atención que haya asesinado a alguien.
Según su visión, él decía que no hacía daño, que solo hacía por ahí algún “quiquirimiau”. A León le explicó: “Yo qué culpa tengo, si ofrezco y me compran. Si a usted le digo ‘le vendo este edificio de la Policía’ y, si me lo compra, no es mi culpa”.
Sus fechorías hacen una larga lista.
Una increíble fue cuando se hizo pasar como hijo del entonces presidente de Costa Rica, José Joaquín Trejos, en 1968 (régimen de Otto Arosemena). Se alojó en el antiguo hotel Colón. Fue descubierto por Fabiola, la hija de Arosemena.
Su nombre hace relación con la obra La divina comedia, de Dante Alighieri. Su padre caminaba por la playa de Muisne y halló un ejemplar de esa obra. Llegó a casa y le dijo a su esposa embarazada que su hijo se llamaría Dante.
Ella quería que se llame Sigifredo. Y quedó como Dante Sigifredo. “A lo mejor su vida fue como una maldición del autor de La divina comedia”, dice irónicamente León.
Más datos: Algunas fechorías
Por datos policiales recogidos por la prensa, se presume que su vida delictiva la inició a los 17 años, en Esmeraldas. Habría traficado cocaína desde Perú y se casó con una doctora llamada Lucila Santos bajo la identidad de César Flor Yela. Ese cambio de identidad fue descubierto y cayó preso.
Empresario
Cuando tenía 22 años se habría hospedado en un hotel de Esmeraldas, haciéndose pasar por un industrial venezolano. La Policía descubrió el engaño y lo detuvo. Al salir de la cárcel fue a Santo Domingo y dijo que era ingeniero agrónomo. Obtuvo un empleo con un mensual de 7.000 sucres, cuando el básico era de 120 sucres.
Japonés
En Guayaquil se hizo pasar como el empresario japonés Dante Makoto Chibolo Idik.
Hay que tomar en cuenta que su inteligencia fue mal utilizada y pasó su vida de cárcel en cárcel. No se puede hacer apología de él (Dante)”. Luis León, quien lo entrevistó
En Esmeraldas se sepultarán los restos del cuentero de Muisne
Familiares y amigos de Sigifredo Dante Reyes Moreno, conocido como el Cuentero de Muisne, llegaron ayer a Quito para retirar su cuerpo de Medicina Legal y llevarlo a su natal Esmeraldas.
Dante falleció la madrugada del martes pasado en el hospital Eugenio Espejo de la capital, tres días después de someterse a una intervención por un aneurisma de la arteria aorta ascendente.
El hombre estaba recluido en el antiguo penal García Moreno, donde pagaba una pena de 25 años por ser encontrado culpable de asesinato. Estuvo en esa casa de salud desde el 18 de noviembre pasado.
Ayer, hasta la morgue llegó su actual pareja, quien junto a uno de los hijos de uno de los tres compromisos conocidos de Reyes, realizó los trámites para recuperar el cadáver.
También llegaron sobrinas y amigos, quienes lo recordaron como un hombre conversón y muy jovial. Una de las sobrinas dijo estar segura de que su tío no mató a nadie. Y aclararon que él murió sin un centavo.
Fuente: EL UNIVERSO
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