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New Orleans, EE.UU.-
Desde hace 25 años, el petróleo es parte esencial de la vida de Hermemegildo Criollo. Él, que ha crecido y trabajado muchos años como motorista de botes sobre los caudalosos ríos orientales, hoy es el líder de la comunidad cofán, asentada en el centro de la Amazonía Ecuatoriana.
Hermenegildo llegó anoche a Nueva Orleans para contactar con las comunidades ancestrales y de pescadores que viven en los márgenes del norte del Golfo de México. Ellos sufren, desde hace 71 días, los devastadores efectos del derrame petrolero que perjudica extensiones aún no determinadas del litoral del Estado de Louisiana.
Hermenegildo lleva 17 años luchando judicialmente para que la empresa Texaco-Chevron, que por tres décadas trabajó en la Amazonía ecuatoriana, pague la remediación ambiental y los daños a la salud humana que provocó su desprolijidad en el manejo de la explotación petrolera.
Su organización, la Asociación de Afectados por la Texaco-Chevron, exige en los tribunales un pago de 27.000 millones de dólares para cubrir los costos, algunos intangibles, de las muertes por cáncer, los abortos espontáneos, los niños que nacen inválidos o incapacitados, los animales que se envenenaron por tomar agua del río, etcétera.
Hermenegildo, de 55 años, tiene cuatro hijos (una mujer y tres hombres) y 19 nietos. Todos viven en la comunidad de Dureno y hablan la lengua nativa cofán: el A'ingae.
Los cofanes eran originalmente llamados A'indeccú, que significa "persona", pero cuando llegaron las misiones católicas españolas empezaron a decirles "cofanes" por el nombre del río (Cofanes, también) que bañaba la zona donde habitaban.
En el aeropuerto de Nueva Orleans, bautizado como Louis Amstrong en homenaje al gran maestro afroamericano de la trompeta y el jazz, recibe a Hermenegildo una comisión de jóvenes ecologistas estadounidenses. Sam, uno de ellos, conocedor de la geografía humana amazónica, le pregunta por qué no tiene un nombre o un apellido aborigen.
Sam le recuerda que los cofanes tienen apellidos como Omenda, Lucitante, Vapurí...
Hermenegildo no tiene problema en responder. Se llama Hermemegildo porque su padre vino de los cofanes de Colombia y en el país vecino ese nombre es popular. Y su apellido es Criollo, de origen español, porque sus ancestros seguramente lo eligieron para evitar discriminaciones de los misioneros.
Una periodista de un canal de televisión local le pregunta, en cambio, para qué ha venido de tan lejos a una tierra que seguramente Criollo desconoce.
Él le dice que ha venido por una invitación de organizaciones ambientales para informarse más del impacto del derrame petrolero, pero precisa que se trata de un problema que conoce muy bien porque él, su familia y su comunidad han sido víctimas directas de un caso parecido.
"Su problema es nuestro problema", le dice a la reportera, "porque cualquier daño ambiental nos afecta a todos los seres humanos que vivimos en este planeta".
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