***SNN
POR: Lucrecia Maldonado
carneyhueso2003@yahoo.com
Dicen que no protestan por las leyes de redistribución de la riqueza. Que “no es por eso”. Dicen que es por la libertad de expresión; entonces, ¿por qué no protestaron igual, ellos o sus antecesores, cuando en el gobierno ‘democrático’ de Sixto Durán-Ballén se dio una intervención militar en una de las radios comunitarias más importantes del Ecuador? ¿Por qué no protestaron igual cuando el canal de televisión Ortel no pudo abrir su señal en tiempos de Febres-Cordero? Como se dijo en alguna ocasión anterior: no les duele la censura, lo que les duele es que censure otro.
Dicen, por ejemplo, que protestan por los ‘Diez de Luluncoto’ y otros personajes ‘reprimidos’ por la autoridad… ¿y cuando la represión febrescorderista asoló este país, protestaron? ¿Hicieron plantones, marcharon a ‘tomarse’ Carondelet, denunciaron a medios internacionales y a quien los quisiera oír lo que estaba pasando en nuestra tierra?
Dicen que es por la prepotencia y en un video vemos al asambleísta Andrés Páez hablando en tono golpeado, atacando a una mesa con su impaciente dedo índice y conminando, admonitorio, a que las autoridades democráticamente elegidas en este país hagan esto o lo otro solo porque él lo dice. Entonces no les molesta tanto la prepotencia, como que el prepotente no pertenezca a su bando.
Dicen que es por la destrucción ambiental, y no se dan cuenta de que, aunque su conducta ecológica no sea impecable, este es el único gobierno que alguna preocupación por el ambiente ha manifestado, recordando la actitud del profesor que reclama la impuntualidad a los alumnos que han llegado puntualmente… porque los impuntuales todavía no llegan.
No es por eso, dicen. Esa fue la gota que derramó el vaso. Y lo repiten tanto que hasta se lo creen, y creen estar aupando una noble causa, cuando en realidad lo único que les importa es hacer prevalecer su voluntad de niños emperrados porque olvidan que el tamaño de los otros vasos en donde se acumularon vejaciones, verdadera represión, verdaderas restricciones a las libertades y un variopinto muestrario de lo que un gobierno jamás debería ser eran vasos gigantescos, proporcionados por ellos mismos a quienes estaban destinados a ponerles la vida fácil y gobernar en su nombre.
Dicen que no es por eso. Y posiblemente así sea. No es por eso. Es porque quieren volver, recargados, agresivos, prepotentes, represivos, a ocupar el lugar que el pueblo le entregó a quien, sin perfección, pero con mejor intención, estuvo dispuesto a hacerlo mejor. (O)
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