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En el kilómetro 34 de la vía Alóag - Santo Domingo. Los obreros de la empresa Hidalgo e Hidalgo, encargada del mantenimiento de la arteria, realizan trabajos de limpieza desde el viernes pasado. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO
ecuador@elcomercio.com
polémica | El pico de la colina, que se vino abajo la madrugada del viernes, en el km 34 de la vía Alóag-Santo Domingo, empezó a cuartearse hace dos meses.
Theofilos Toulkeridis, asesor de la Unidad de Gestión de Riesgo del Consejo Provincial, asegura que si se hubieran adoptado las acciones de remediación pertinentes, el deslizamiento del viernes no habría sido tan grave.
Importancia de la vía Por la vía Alóag - Santo Domingo, que une a la Sierra con la Costa, circulan 10 000 vehículos diariamente.
Esta arteria de primer orden es utilizada por el transporte pesado nacional e internacional. Se transportan desde frutas y mariscos hasta implementos para la explotación petrolera.
A lo largo de la vía, en los poblados de Tandapi y Alluriquín hay comerciantes que subsisten de las ventas diarias que se realizan junto a la carretera.
La ampliación de la vía Alóag - Santo Domingo forma parte integral del proyecto Autovía Quito – Santo Domingo – Babahoyo – Guayaquil, planificado por las prefecturas de Pichincha, Guayas y Los Ríos.
La vía es la única que conecta a la Sierra con Santo Domingo de los Tsáchilas. El sector turístico de la provincia se vio afectado en este último feriado porque se tomaron vías alternas para llegar a la playa.
El prefecto de Pichincha, Gustavo Baroja, sostuvo ayer que no será necesario declarar la emergencia vial en la Alóag-Santo Domingo.
El paso vehicular por la arteria, que une a la Sierra con la Costa, está bloqueado más de cuatro días. Los turistas que retornaron el domingo de la playa vivieron un vía crucis al tratar de llegar a sus hogares. Quienes se trasladaron desde Esmeraldas a Quito, por la vía La Independencia - Los Bancos - Quito tardaron hasta 13 horas por los cuellos de botella que se formaron.
Toulkeridis dice que esto pudo evitarse si hace dos meses se hubiera retirado el material que estaba por desprenderse en el km 34. El Consejo Provincial de Pichincha sabía sobre el riesgo que existía en ese sector.
El 29 de enero se registró en el mismo sitio un derrumbe de proporciones que produjo el cierre de la vía durante 24 horas. Entonces, las alertas se activaron luego de que los técnicos subieran a la parte alta de la colina y constataran el resquebrajamiento.
Además, el 2 de marzo pasado, a dos días del feriado de Carnaval, hubo otro deslizamiento de tierra en la zona que lastimó a un conductor de vehículo pesado.
“Presenté un plan de remediación que incluía dos alertas tempranas para saber cuando algo se caía, movía o deslizaba y no se ha aplicado”, declara Toulkeridis.
Para el prefecto de Pichincha, Gustavo Baroja, el alud no pudo prevenirse pues se dio por el fuerte invierno que vive la provincia de Pichincha.
Lo dijo ayer en Quito, durante un rueda de prensa. “En 30 años no se ha visto un talud de tal magnitud. Estamos hablando de 60 metros de ancho y de 25 000 metros cúbicos de tierra que se deslizaron y que cubrieron los cuatro carriles de la vía”,
Toulkeridis insiste en que con las obras de remediación los deslizamientos habrían sido pequeños, aun con la presencia de lluvias fuertes en la zona.
En el informe que él presentó al Consejo Provincial, tras visitar el sitio del derrumbe, sostiene que el material de la colina es ripio rocoso y no material fino o lodo. Y que “esto implicaría que el agua per se no es el único disparador - generador del deslizamiento”.
El problema, agrega el geólogo y fundador del Centro de Geología, Vulcanología y Geodinámica de la Universidad San Francisco de Quito, es que aún no se tiene una cultura de aplicación de gestión de riesgo. “No podemos seguir esperando a que algo se caiga para enviar a las máquinas; hacer limpieza y cerrar la vía. Cada derrumbe genera muchas pérdidas económicas”.
Gonzalo Acosta, propietario del comedor Manabita, en Tandapi, esperaba vender USD 3 000 en el feriado. Su local funciona en un costado de la vía, pero casi no fue visitado por el cierre. “Compré dos cerdos, cada uno en USD 500 y me quedé con toda la comida hecha”, dice.
Carmen Freire, en cambio, dejó de recibir USD 1 000 en el fe-riado. Ella comercializa melcochas a un costado de la vía Alóag- Santo Domingo, en Alluriquín: la parroquia dulce de Santo Domingo de los Tsáchilas.
“Ni siquiera abrí el local luego de enterarme del cierre en la vía. Ahora no sé de dónde voy a completar el dinero para pagar los sueldos de las ocho personas que contraté antes del feriado para que me ayudaran a fabricar y empacar la golosina”.
El Prefecto de Pichincha dijo que era posible que en la noche de ayer se habilitaran dos carriles de la vía, para permitir el paso de los vehículos. Y que hoy, al mediodía, el tránsito sería normal.
Pero los técnicos que visitaron el lugar creen que demorará más tiempo. Aún hace falta que se deslicen 5 000 metros cúbicos de material del pico visible del cerro y, el doble desde la parte que no puede verse.
“Desde que se iniciaron los trabajos de limpieza yo calculé al menos siete días y siete noches para poder sacar todo el material”, indica Toulkeridis.
Además, Fernando Castillo, responsable de los trabajos de limpieza, afirmó que en la parte alta hay rocas gigantes que podrían caer en cualquier momento. Por eso, es mejor mantener cerrada la vía, hasta que existan mayores condiciones de seguridad.
Ayer, los camiones y vehículos que lograron pasar los controles se arriesgaron a cruzar. Y cerca de las 09:30 se produjo un nuevo deslizamiento. En ese momento no hubo personas ni autos.
Los obreros de la empresa Hidalgo e Hidalgo tuvieron que volver a limpiar el carril que habían habilitado temporalmente.
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