***SNN
Ángel Duarte Valverde
Con amor de Patria
En el año 1971 el país se conmovió con el asomo de golpe de Estado dirigido por un general pero que se apagó con la renuncia de Jorge Acosta Velasco, sobrino del dictador civil y ministro de Defensa Nacional.
En 1970 el presidente Constitucional del país, doctor José María Velasco Ibarra asumió todos los poderes y pasó a ser el último dictador civil del siglo XX. En este gobierno continuó siendo el administrador de la pobreza franciscana de la Nación. No obstante, hasta el último momento, Velasco alentó la posibilidad de transformar la Nación cuando el petróleo de nuestra rica Amazonía empezara a verterse. Penosamente, no alcanzó a ver realizado este hermoso sueño.
En el año 1971 el país se conmovió con el asomo de golpe de Estado dirigido por un general pero que se apagó con la renuncia de Jorge Acosta Velasco, sobrino del dictador civil y ministro de Defensa Nacional. Cabe advertir que en el apaciguamiento de los ánimos y en el respaldo a Velasco jugó un papel importante el general Guillermo Rodríguez Lara. Seguidamente, Velasco resolvió crear las condiciones para que el Ecuador pudiera volver a ser una democracia constitucional y toleró el retorno de un indiscutido y poderoso líder civil, Assad Bucaram, cuya popularidad era extraordinaria.
La seriedad y la rapidez con las que Velasco venía organizando el retorno del país al Estado de derecho alarmó a los altos mandos de los Institutos Armados quienes, de modo casi público insinuaron que el petróleo cuya explotación estaba por iniciarse no debería jamás ser administrado por los civiles, y la conjura tuvo lugar días antes de las festividades del carnaval de 1972. La decisión de los altos mandos fue la de deponer al Presidente de la República y asumir todos los poderes. El martes de carnaval la conjura triunfó. Velasco voló a Guayaquil en pos de un respaldo popular que detuviera el entusiasmo dictatorial de los comandantes. Penosamente esta gestión resultó fallida y el golpe de Estado culminó y fue calificado por el humor quiteño desde entonces y para siempre como la dictadura del “Carnavalazo”.
El miércoles de ceniza un oficial de la Armada Nacional de muy alto rango, al asumir el Ministerio de Gobierno proclamó la iniciación de una “Revolución Revolucionaria” (sic). Un descompuesto y taciturno Velasco Ibarra embarcó en un avión comercial con destino a Panamá y de allí se trasladó a su amada Argentina. Cuando falleció trágicamente su cónyuge, doña Corina Parral, el atribulado viudo, a una pregunta del periodista Diego Oquendo le respondió que regresaba al Ecuador a meditar y a morir. Pocos días después de su llegada a Quito, falleció.
No hay comentarios:
Publicar un comentario