jueves, 9 de julio de 2015

La hora de los pobres

***SNN






Jaime Galarza ZavalaJaime Galarza Zavala
jaigal34@yahoo.es


El jueves 2 de julio Quito vivió un episodio macabro: la agresión de la ‘contra’ (la oposición política violenta) a una formación policial que en la Plaza Chica le cerraba el paso hacia la Plaza Grande, donde miles de hombres y mujeres se concentraban en respaldo del presidente Rafael Correa y la Revolución Ciudadana. Los policías resistieron con notable entereza la acometida de la ‘contra’ capitaneada, entre otros sujetos delirantes, por un tal asambleísta, que terminó huyendo cobardemente sin que nadie le atacara.

Furibunda, la ‘contra’ arremetió contra los policías con cadenas de acero, hierros, piedras y palos. Resultado: cabezas rotas, canillas fracturadas, escudos despedazados. Todo en nombre de la democracia y la libertad de expresión que juran defender los compactados. Esta demostración de barbarie se vio claramente en contundentes videos, que la llamada prensa libre ocultó hábilmente, dado que ella misma solapa e incluso anima este tipo de acciones golpistas.

¿Cuál era la intención de la ‘contra’ en su feroz acometida? Romper el cerco policial y lanzarse, garrote en mano, contra la masa que defendía el Palacio de Carondelet donde era visible la presencia del Primer Mandatario; palacio al que pretendían penetrar los confabulados. ¿Y penetrar para qué? ¿Tal vez para solicitarle respetuosamente su renuncia? No seamos pendejos: para matarlo, pues sabían de sobra, y lo sabían desde el 30 de septiembre de 2010, que Rafael Correa le pone el pecho al golpismo criminal.

Y bien. Todo esto sucedía a pocas horas de que arribara al país el papa Francisco, y a sabiendas de que venía poseído de su ya clásico discurso a favor de los pobres y en contra del ‘dios dinero’ y del capitalismo salvaje. 

Así lo expresaría luego el Papa ante millones de ecuatorianos en Quito y Guayaquil. Así lo ratificó la noche del martes 7 de julio en la iglesia de San Francisco ante 700 ciudadanos escogidos por la Conferencia Episcopal  a título de ‘sociedad civil’, donde llevó la voz cantante una desconocida ‘Asociación Cristiana de Empresarios’, cuando la verdadera sociedad civil se expresó en las enormes multitudes que colmaron calles y plazas para vitorear al papa Francisco y respaldar su clamor evangélico a favor de los pobres y los excluidos.

Y es que cabalmente esta es la hora de los pobres. Lo es en Argentina, la cuna de Francisco, donde años atrás, en medio de miles de torturados y desaparecidos, los pobres apelaban a la olla común para no perecer de hambre. Lo es en Venezuela, donde los pobres en 2002 bajaron de los cerros para rescatar a Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana. Lo es en Bolivia, donde las masas populares aclaman hoy conjuntamente a Francisco y a Evo Morales. Lo es en Brasil, donde la gran burguesía y las transnacionales petroleras intentan acabar con el gobierno de Dilma Rouseff para perennizar las miserables favelas, símbolo de un capitalismo despiadado. Lo es en Chile, donde mineros y mapuches, soldados y jóvenes buscan la redención definitiva. Lo es en el Caribe, donde Puerto Rico y Haití son las muestras más elocuentes de la dependencia y la miseria causadas por el yugo imperialista. En suma, es la hora de los pobres en toda América Latina y el Caribe.

En Ecuador, hace falta que la Revolución Ciudadana se transforme en la revolución de los pobres, de los excluidos, de los marginados. Esto significa rectificaciones, diálogos abiertos y oportunos, combate implacable a la corrupción, vertebrar una verdadera organización política, desterrar todo sectarismo, conducción clara y firme, sin amiguismos, y por supuesto, sin bajar la cabeza ante la voraz oligarquía criolla y el poder canibalesco de EE.UU. (O)



Fuente: EL TELÉGRAFO






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