lunes, 6 de junio de 2011

El gigante de la salud operó en Ecuador

***SNN


VISTAZO | Cecilio Moreno


Es tres metros más largo que el Titanic, tiene mil camas, para operarlo se necesitan 950 personas. Es el barco hospital Comfort que estuvo en Manta.


Natalia Vera sabía desde hace dos años que a su padre debían operarlo de los ojos pero nunca imaginó que esa operación se iba a realizar en las entrañas de un barco. Pues eso fue lo que sucedió la tercera semana de mayo en Manta.

Acoderado en el puerto estaba un gigantesco buque norteamericano que hoy es uno de los dos más grandes y modernos hospitales flotantes del mundo. Su nombre militar: USNS Comfort (T-AH20).


Héroe de cien batallas
Era el 1 de febrero de 1976 cuando el tanquero de petróleo llamado SS Rose City fue lanzado al mar en San Diego, California. Sus primeros 11 años los pasó transportando 1,2 millones de barriles de petróleo crudo, en cada viaje, entre Alaska y California.


Pero en 1987 la Armada de los Estados Unidos decidió adquirirlo para aprovechar sus amplias bodegas de carga y convertirlas en un hospital flotante. Lo rebautizaron como Comfort. El mismo trabajo se hizo con su hermano gemelo denominado Mercy. Desde entonces ambos han dado varias vueltas al mundo amparados bajo los lineamientos para barcos hospitales establecidos en la Convención de La Haya de 1907. El artículo cuatro de dicha declaración manda a que este tipo de buque esté plenamente identificado como hospital; que proporcione asistencia médica a heridos de cualquier nacionalidad; que no obstaculice la navegación de navíos enemigos y que si viola algunas de las restricciones será catalogado como combatiente y puede ser incluso hundido. De la misma manera, si se abre fuego contra un buque hospital, la acción es considerada un crimen de guerra.


El Comfort se bautizó en combate durante la operación Tormenta del Desierto en agosto de 1990. En los ocho meses que duró esa misión el barco atendió a unos 8 mil pacientes, incluidas 337 operaciones quirúrgicas que no podían hacerse en hospitales de campaña. La historia se repitió durante la misión “Justicia infinita” en 2003 cuando nuevamente acudió al Golfo Pérsico para atender a sus soldados y, además, a unos 200 civiles iraquíes heridos.


En la tarde del 11 de septiembre de 2001 recibió la orden de acudir a la bahía de Nueva York donde desde el barco se alimentó, hospedó y atendió la salud física y psicológica de bomberos y voluntarios que trabajaban removiendo los escombros de las Torres Gemelas. Dos años después enfiló a Nueva Orleans buscando atenuar los efectos de los huracanes Katrina y Rita.


El terremoto de Haití de enero de 2010 no fue la excepción. Allí el mayor trabajo fue del área de traumatología y durante algunos días dos de los quirófanos del barco operaron 24 horas seguidas.


Postas de salud latinoamericanas
En 2007 nacen las misiones médicas humanitarias que llevan cada dos años al Comfort por una docena de puertos de América Latina. En 2011 ha sido la segunda ocasión en que el buque acodera en Manta, un puerto privilegiado por su profundidad para recibir buques gigantes. La misión planificó realizar unas 130 cirugías de diverso tipo, dar atención médica a un millar de pacientes al día, coordinar 2.500 exámenes de optometría, donar 1.800 pares de lentes y administrar 15 mil dosis de medicinas.


Pero eso no es todo: en el buque viajan también veterinarios que en Manta vacunaron a unos 600 animales y mientras están acoderados, parte del personal del barco también aporta en labores humanitarias. Esta vez una escuela rural de Manta fue ampliada y reconstruida por los voluntariosos militares norteamericanos.


La tripulación total del buque está conformada por unas 950 personas, incluidos algunos compatriotas como una marinera norteamericana de origen guayaquileño y dos médicos de la Armada del Ecuador que se subieron en Manta y que acompañarán al navío en sus próximas misiones en Colombia, Panamá y Nicaragua.


A lo largo de los 10 pisos del barco están convenientemente distribuidos 12 quirófanos. Para hospitalización disponen de mil camas, una cantidad casi 20 por ciento superior a la de los hospitales Eugenio Espejo de Quito o Luis Vernaza de Guayaquil. Un orgullo del barco es la reciente instalación de un tomógrafo que realiza un barrido en 3D del cuerpo humano en menos de un minuto y puede enviar las imágenes tridimensionales a cualquier parte el mundo para su análisis.


En el quinto piso existe una sala absolutamente sellada para tratar enfermedades altamente contagiosas como el ébola y bajo la cubierta anterior funciona una morgue. Gracias a dos plantas desalinizadoras, se pueden producir a bordo 300 mil galones de agua potable al día. En sus bodegas lleva 5.000 pintas de sangre, la mitad de las cuales están congeladas a ‒80 grados centígrados, lo que les permite durar hasta 15 años. El diario El Mundo de España calculó que operar esta mole por los mares del mundo tendría un costo mensual de unos 750 mil dólares.


Al día siguiente de su llegada al buque, el padre de Natalia Vera desciende de la nave aún con vendas en sus ojos pero con la seguridad de que volverá a disfrutar de una de sus pasiones de su juventud: ver los atardeceres manabitas desde la playa.

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