viernes, 1 de abril de 2011

En todo nivel social Violencia contra la mujer

***SNN

Pilar Ortiz de Pérez | Revista VISTAZO

Una especialista analiza un fenóneno frecuente pero oculto en los estratos sociales más altos.


Algunas lectoras o lectores pueden considerar la violencia intrafamiliar contra la mujer distante a su realidad porque ocurre principalmente en clases socioeconómicas de bajos recursos, ¿es así?
Definitivamente no es exclusiva de niveles socioeconómicos bajos. Hay muchas mujeres profesionales y de situación económica alta que la atraviesan pero quizás son un poco más esquivas a aceptarlo.


En estos casos las manifestaciones de violencia manejan otros matices. Por ejemplo, es muy común que si una mujer de nivel alto sufre violencia por parte de su esposo y decide tomar una acción al respecto, automáticamente su pareja le recorte sus recursos económicos. Generalmente les suspenden las tarjetas de crédito, solo por tratar de poner límites a una situación de violencia.


En estos niveles también es muy común la desautorización de las madres frente a los hijos.¿Cuáles son las repercusiones?
El esquema se puede reproducir. El hijo de un padre violento puede en el futuro volverse una figura repetitiva de ese modelo o puede irse en la dirección contraria, apartarse de lo masculino porque lo ve demasiado agresivo o atentatorio.


En las relaciones de violencia en las que no se respeta la figura femenina, el esquema mental que se suele dar en los chicos es “yo soy varón, mi pensamiento y mi acción tienen más valor que el de las mujeres” y entra en un patrón de agresividad y competitividad permanente. Como lo masculino tiende a tratar de mostrarse a través de estos aspectos, el niño los incorpora y empieza a mostrarse agresivo y competitivo. Para él todo lo femenino está devaluado.


En cambio, cuando hay una relación de igualdad entre ambos padres, el niño incorpora las dos figuras, la femenina y la masculina y eso le permite crear un balance. Puede trabajar con su agresividad porque reconoce el valor de lo femenino, toma de la figura de su madre el mantener relaciones de equidad, el respeto a las opiniones de los demás y logra un equilibrio en sus reacciones.


No se puede generalizar, se pueden dar distintas situaciones.
Puede que las hijas o hijos adolescentes asuman una actitud pasiva y se dejen atropellar por la fuerte figura del padre, en estos casos, a veces, se alían con la madre. O pueden tomar partido por el padre y adoptar posiciones de rebeldía.


Existe un tipo de maltrato psicológico hacia la mujer que se asienta en la supuesta superioridad intelectual, que es más bien académica, por parte del esposo que continuó con su educación sistematizada frente a su esposa que dejó sus estudios por dedicarse al hogar.


¿Es frecuente en nuestro medio?
Sí. En un aparente mutuo acuerdo la pareja delega toda la responsabilidad de la crianza de los hijos solo a la mujer –lo cual implica que ella deje a un lado su desarrollo laboral. Y cuando el hombre encuentra otras figuras destacadas de mujeres en los niveles en los que se desenvuelve, comienza a hacer comparaciones, a sentir como que ella “no está a la altura” y surgen las recriminaciones. Por su parte, ella en ese momento constata el peso que ha tenido el sacrificio que hizo años atrás al renunciar a su desarrollo personal.


¿La apariencia de la mujer también motiva casos de violencia verbal?
Sí y con mucha frecuencia. Por la maternidad y por el paso del tiempo el cuerpo de la mujer va deteriorándose y si ella no cumple los estándares que exigen los estereotipos de belleza con los que se supone que se debe manejar, puede atravesar situaciones de violencia.


Otro tipo de violencia son las relaciones sexuales impuestas.
Ese tinte de obligatoriedad por el que se asume que la mujer una vez que se casa tiene la responsabilidad de “cumplir siempre con su papel de esposa”, y no se respeta que en algún momento ella no tenga disposición para una actividad sexual.


Muchas veces la libido de la mujer se encuentra afectada por la violencia psicológica a la que está expuesta. Así surge otra excusa en él para continuar el ciclo de maltrato: “no estás cumpliendo como mujer”, “cómo no voy a ser infiel si tú nunca quieres”.


¿El factor económico también puede propiciar la violencia?
El dinero para los gastos de la casa también puede convertirse en una herramienta de presión para tener relaciones sexuales. Es una especie de intercambio: “te doy pero tú también tienes que responderme”.


Por su experiencia, ¿los casos de violencia intrafamiliar contra la mujer solo terminan con la ruptura de la pareja o se los puede trabajar y solucionar?
Es difícil pero se puede trabajar en la medida en que haya conciencia de lo que está pasando en ambos miembros de la pareja. Las concepciones culturales tienen un gran peso. El ser humano es como un casete en blanco en el que se van grabando muchas ideas, como los cuentos del príncipe azul para las niñas en los que el hombre aparece como el salvador y la mujer abnegada que tiene que pasar por muchas vicisitudes para estar con ese príncipe.


Culturalmente la mujer es la designada a mantener el hogar unido. Si falla, se asume que hay algo que ella no hizo bien. Se siente culpable y aparece la idea del sacrificio para que el hogar salga adelante, inclusive aceptando esa violencia. El impacto psicoemocional es tremendo. Uno no puede entender cómo mujeres bellas o exitosas en sus profesiones tengan una autoestima tan baja. El origen es la violencia psicológica que es como una gota de agua que cae sobre la piedra, parece tan suave pero tiene la capacidad de partirla, a la larga.


Sofía Rodríguez Alcívar. Psicóloga Clínica especializada en Violencia Intrafamiliar y Sexual.

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