jueves, 15 de julio de 2010

Don José “hace de todo” con los ojos del alma!


***SNN
EXTRA

A una hora de Buena Fe está “el hombre de los mil oficios”, pese a que es ciego¡Don José “hace de todo” con los ojos del alma!A los siete años perdió la vista. En su recinto es un gran personaje. Es el ebanista del pueblo, tiene su propia tienda y toca muy bien la guitarra.

Es un enamorado de la música. Recita versos y canta melodías acompañado de su eterno amor, la guitarra.

María Vera es una de sus amigas que lo apoya en todo momento.

En sus ratos libres le gusta escuchar la buena música.
“No hay peor ciego que quien no quiere ver”, refrán que cae como anillo al dedo en esta crónica. A una hora de Buena Fe, provincia de Los Ríos, conocimos al “cieguito bonachón” de Montecristi. Es una persona especial a quien todos conocen, no solo por su discapacidad visual, sino por su don de gentes y su fortaleza para vencer el infortunio.

Llegamos para constatar si aquellos rumores que tantas veces escuchamos eran ciertos. Movilizándome sobre una moto alquilada, zigzagueando los baches y las ramas de los árboles arribamos hasta el recinto Montecristi que pertenece a Guayas (según sus habitantes), pero al que se ingresa por el cantón Buena Fe, provincia de Los Ríos. Nuestra expedición apenas empezaba.

En una casa de ladrillos ubicada en el corazón del pueblo nos salió a recibir un hombre vestido de blanco, haciendo juego con su cabellera. Se trataba de José Baldubino Palma Pín, de 60 años.

Nos enseñó su vivienda y orgullosamente dice que “guió en la construcción a los encargados del Miduvi”, quienes le donaron la casa. Es que si no me hubiesen dicho que estaba ciego ni cuenta me daba porque se movilizaba con total facilidad por el recinto donde creció.

Se le vaciaron los ojos

Desde los siete años sus ojos se cerraron. Recuerda aquel trágico día como si fuese ayer. “Mi papá hacía una casa de madera y me quedé dormido en el piso. Me desperté llorando y cuando me agaché para coger un madero me tropecé y una estaca se me metió en el ojo derecho. En ese tiempo no había centros de salud y mis padres me curaron con remedios caseros. Perdí mi primer ojo, tiempo después caminando dentro de la finca se me clavó una rama de cacao y se me vació el otro ojo. Me quedé completamente ciego”.

Su madre murió a los pocos años y él tuvo que aprender a valerse por cuenta propia. No maldice a la vida. Más bien está agradecido de Dios por darle la oportunidad de explotar el resto de sus sentidos. A José Palma la vida le ha enseñado que es mejor ver con los ojos del alma que con los del cuerpo.

Es tendero y ebanista

José está solterito y no pierde la esperanza de encontrar a su media naranja. El sentido del humor y la facilidad que tiene para hacer amigos le han permitido ganarse la confianza de mucha gente.

El “cieguito bonachón”, como lo llaman en Montecristi, aprendió a subsistir con el trabajo que heredó de su padre. Tiene su propio taller de ebanistería, donde se desempeña rudimentariamente, con martillo y machete, pero con esas herramientas ha entregado buenas obras. En la zona es quien les arregla y construye los bancos, sillas, carretillas y otros objetos de madera a los habitantes.

María Vera, una de sus amigas y vecinas, da fe del trabajo que realiza y asegura que “no necesita de sus ojos para realizar tareas, sino de los del alma que son suficientes”. Gracias a sus ahorros tiene una tienda de abarrotes y ha sacado de apuros a más de uno en el recinto.

Muchos avivatos han querido perjudicarlo, pero José asegura que muy pocos lo pueden hacer “chino”. “Conozco los billetes, el de diez es más fino que el de 20 y los toco bien antes de dar el cambio. Muy pocos me han estafado y de todo hay en la viña del Señor”.

La guitarra es su pasión

Para terminar de sorprendernos don José se fue a su dormitorio y nos presentó “al amor de su vida”: su guitarra. Es un experto a la hora de tocarla.
“Del cielo cayó un pañuelo bordado de mil colores y en cada puntito decía mi Gloria de mil amores”. “Tú dices que me quieres, yo digo así será, tu cariño está conmigo y tu amor con quién será”, cantó para mí y me hizo sonrojar... Don José es una cajita de sorpresas. Su lección de vida es aprender que las cosas bellas de este mundo están en los pequeños detalles y el vivir con intensidad.

Este albañil que ve con los ojos del alma no necesita de limosnas. Pero nos dimos cuenta que requiere de un bastón porque el que tenía se le dañó. Además, quienes desean ayudarle a mejorar su taller pueden llamar al celular: 090012077 de José Palma o contactarse con Gloria Vargas, la autora de esta nota, al celular: 088206158. Dios los bendecirá.

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