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Steven Rosero, de 14 años, perdió su pierna cuando la llanta de un bus le pasó por encima. Se encuentra en un hospital, en Quito.
Recostado en la cama del hospital Carlos Andrade Marín, del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), Steven Rosero Hernández aún sonríe, se inquieta, conversa. Lo hace pese a que sabe que, en cuanto salga de Pediatría, su vida cambiará. Le amputaron la pierna derecha.
Tiene 14 años y un accidente de tránsito acaba de dejarlo con una incapacidad permanente. La llanta de un bus repleto de pasajeros destrozó el tobillo y huesos de la pierna derecha. Los médicos le dijeron que era imposible salvarla.
El accidente ocurrió a las 18:40 del 15 de febrero pasado. Steven salía del colegio Dillon, en donde estudia el décimo de básica (antes tercer curso). El percance ocurrió cuando él estaba tomando el bus. Steven fue el último en subirse. Más bien, intentó subirse. No logró mantener el equilibrio porque ni siquiera terminaba de treparse cuando el conductor ya había acelerado.
Para ventaja de Steven su madre trabaja cerca del sitio donde ocurrió el accidente. Narcisa Hernández no tardó en llegar y, cuando miró a su hijo sobre la calzada, los socorristas le consultaron si tenía seguro. Su respuesta positiva permitió que al menor lo trasladaran al hospital del IESS.
Steven ingresó al Andrade Marín a las 19:39 del 15 de febrero, pero estos datos no constan en el parte policial ni en el informe pericial del accidente.
En ambos documentos, sobre los cuales el juez se basó para emitir su sentencia, Maritza Castillo Arias, la perita, y José Gordón Pasquel, el policía de tránsito que elaboró el parte, indicaron que el muchacho fue traslado hasta el hospital Enrique Garcés, en el sur, sin daños permanentes y solo con “un leve dolor del miembro inferior izquierdo” por el accidente de tránsito ocurrido a las 14:40 del 15 de febrero (es decir, cinco horas antes de su ingreso al hospital del Seguro Social). Con esas inconsistencias, el abogado Renán Pulles, contratado por la familia, presentó una demanda para exigir justicia.
A partir de ese momento comenzó lo que los padres describen como un estresante ajetreo para alcanzar la anhelada justicia para su hijo que, con una profunda tristeza en la mirada, pese a que mantiene la sonrisa, pronuncia: “Al inicio me sentía culpable”, pero “ahora no”. La carga, dice la familia, terminó con las conversaciones que ha mantenido con una psicóloga.
¿Qué les motivó a seguir con trámites legales? Carlos Rosero, su padre, recuerda que la indignación le invadió cuando se enteró que, mientras su hijo aún gritaba del dolor en el hospital, la misma noche del accidente, a las 23:00 el conductor salía libre a causa de esos informes.
Por esa información errónea, Pulles pudo iniciar otro proceso que terminó con un nueva orden de detención para el conductor, pero ahora no lo ubican. Los errores cometidos por el agente de tránsito y la perita están tipificados en el Código de Procedimiento Penal, explica Mauricio Moya, capitán de la Policía, quien agrega que el peritaje es importante porque su informe es probatorio para el fiscal. Con base en eso determina si es contravención o delito y sobre ello aplican sanciones.
Por los errores cometidos, el policía incluso podría ser dado de baja y la perita enjuiciada o detenidos por perjurio. También podría tratarse de un error involuntario, argumentos que serán analizados en audiencia.
Fuente: EL UNIVERSO*
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